miércoles, 25 de marzo de 2015

EXTRAÑO DÍA

Mercurio Sublimado (2012).


Al despertar de un sueño que aún no comprendo, creo que jamás volveré a ser el mismo. Mi percepción se ha agudizado y mis sentidos han adquirido una nueva sensibilidad. Los colores se mezclan formando nuevos matices, la música se combina con el aire que respiro, los sabores parecen de otro mundo, y brilla todo lo que toco. La magia de este extraño día me seduce, porque parece como si siguiera soñando, al descubrir que otra gente siente lo mismo: ríe, canta, baila, ama… Este día se ve libre de odio y angustia. Las aves vuelan y le cantan al viento. Una esencia floral perfuma la ciudad con su dulce fragancia, llenándola de magia y misterio. Me pregunto qué estará sucediendo, cuál será el significado de este fenómeno hermoso que aún no consigo expresar. Más tarde, al observar la inmensidad del firmamento desde mi ventana, veo asombrado con letras doradas un «TE AMO»… y despierto.

LA FALACIA DE EINSTEIN

Mercurio Sublimado (2012).


Un moribundo boyante vendió su cadáver al darse cuenta que sólo tenía uno.
Una enfermera olvidó disfrutar sus últimas horas de vida al creer en mil muertes…
Un invidente dejó la luz de su habitación encendida alucinando que tenía cuatro ojos.
Una madre abandonó su fe, porque su pequeña fue raptada y resucitada.
Un sacerdote desgarró su sotana al absolver a un niño inocente.
Un padre desheredó a su hija por ganar un concurso literario.

¿Qué tienen en común estas personas? ¿Todo? ¿Nada? ¿Es el Hombre la medida de todas las cosas? No me agradaría mucho vivir en otro Tiempo. Sí me agradaría viajar por el Espacio. ¿Y para qué hablar de mí? Ahora no hay lugar para eso. Todos los caminos se entrecruzan para llegar a ninguna parte. Aquí nomás… ¡Aquí no más!

ESTRELLA FUGAZ

Mercurio Sublimado (2012).


Era pasada la medianoche y la oscuridad cubría la totalidad del dormitorio. Sin embargo, la mujer no podía conciliar el sueño. No manifestaba señales de preocupación. Al contrario, se sentía divinamente reconfortada, inspirada y tranquila. Sin sobresaltos. Recién empezaba a notar que aquella noche era como ninguna. La noche le había abierto los ojos.
Ella era casi una niña, pero tenía la suficiente edad como para enamorarse, y en verdad, eso deseaba. Pensaba que en realidad no tenía a nadie en el mundo, mientras perdía su mirada en la penumbra. Después comprendió que ésta se había disipado, y un halo de luz fluorescente se colaba por algún pequeño agujero, iluminando su rostro de niña bonita. La luz era intensa, pero no la cegaba, más bien la cautivaba. Entonces pudo distinguir cómo esa luz iba adoptando figura humana.
En un principio se sintió asustada, pero su temor fue tranquilizado. Su mente parecía una antena receptora. La comunicación era telepática. Y fue así que más tarde se entregó en cuerpo y alma... Nunca antes había sentido tantas emociones y sentimientos confrontados. La niña se hizo mujer. La explicación y el secreto fueron entonces revelados: A millones de años luz, lejos de allí, otro tiempo, otro espacio; una civilización perecía por falta de mujeres, por falta de amor.

A pesar de su sabiduría cósmica, nada podían hacer para impedirlo. Sólo un óvulo, una meta, una vida... Nuestra inteligencia sigue siendo tan limitada que aún no tenemos la capacidad de comprender lo que eso significa.

LORELEI

Mercurio Sublimado (2012).



Su figura danzando entre los árboles, me traía a la memoria pasajes que creía olvidados. En ellos conocíamos el amor en su más simple expresión; adentrándonos en la inmensidad de un bosque habitado por dríades. Perdidos los dos, sin brújula ni guía; sólo nuestra inocencia. Éramos niños y, sin embargo, queríamos conocer más de la vida, un poco más del bien y del mal. Un movimiento suyo y estoy paralizado, de vuelta en nuestro mundo. La imagen se vuelve gloriosa, excitante... Me recuerda a las Madonas que solía pintar en mi juventud, cuando daba rienda suelta a mi arte, plasmando su figura con éxtasis en un lienzo vetusto, y mostraba mi obra ya concluida a nuestras amistades. Cuán orgulloso e ingenuo, es que ella era la niña bonita, la cual todos deseábamos. Sin embargo, lo único que conseguíamos era llenar nuestras noches de adolescencia, fantaseando con su memoria. Quizás el único afortunado fui yo, quien pudo pasar noches enteras compartiendo una sola almohada... Al recobrar la conciencia y acercarme para acariciar una vez más la suavidad de su piel, siento su cuerpo frío e inerte; cuerpo que, en un descuido, en un instante en el olvido, se convirtió en piedra al caer la Aurora de un nuevo día.