martes, 31 de marzo de 2015

EL PESO DE MI ALMA

Del poemario Kairos (2013).


Dejo atrás el esqueleto en el tiempo,
el acordeón ahora no tiene sentido;
brilla el recuerdo de su gravedad,
bahía celeste que descubre mis aguas.

Tan solo un instante remoto
sacude las ganas, el verso ominoso,
la opinión corrosiva:
el fruto de un vino triste y oscuro.

Las alas se pierden por la mañana,
un punto y aparte,
una vida sin gloria
se entumece en la longevidad de esta fiebre.

Ahora la serpiente ha abierto los ojos,
la muerte nos grita.
Ahora esa niña descansa absorta
sobre imposibles torres de plomo.

ATALAYA

Del poemario Kairos (2013).

A Jeny Coraje

Limpiar la sangre no duele,
lo que duele es el tiempo, es el duelo,
y no saber para qué se muere tan lento,
en el fulgor de un abrazo.

Para mañana seremos otro árbol,
que crece a la orilla de un espacio vacío,
en un latido descalzo
y el profundo color de la ventana.

Cantar sobre el ojo del volcán
es el objeto de mi renuncia
a ser un soldado de plomo,
cuando el eco de la Verdad reverbera.

…Y en vientos que humedecen las almas,
los sueños son oro;
los dueños son sueños.

Navegar hasta las estrellas,
para escribir ese nombre
en la palma de Dios,
que observa esa gracia interesado.

EROSIÓN DE MADRUGADA

Del poemario Kairos (2013).


Escapando de una confusión verdadera,
el presente delira en finas hierbas:
inmensos momentos de sequedad,
para éste vivo y católico frenesí.

Ahora y como nunca,
girando en un crisol que deambula
sin misas ni banderas,
el místico tiembla con tenedores de perla.

Reconociendo este simple artificio,
la madre del niño parece estar descocida,
alimenta las pasiones
con ligeros claveles.

Palabras impolutas en un beso singular,
lamentos y mortajas,
intimidades, alteridades;
un vuelo de agonía espacial,
sólo el tiempo enmudece las ilusiones.

CECILIA

Del poemario Kairos (2013)


Cúbreme de besos en esta flama capital,
abrázame con el manto de tus muslos,
deja que me agite en esta danza,
eres tan importante como mi madre.

Hazme feliz con el filo de tu sonrisa,
déjame susurrarte esta misma canción.
…es que eres tan explosívamente dulce.
¡Te quiero, ave soñadora!

Mátame lento con el brillo de tu piel;
ahora la oscuridad desnuda mis sueños,
juntando semillas en laberintos de pasión,
el cielo se enternece
en este delicado paréntesis de fuego.