Cuando en lo alto, el Cielo no había sido aún
nombrado,
y debajo, la Tierra no había sido mencionada
por nombre…
Así comienza el Poema Babilónico de la Creación, conocido
como “Enûma Elish” por las palabras que lo inician. Su texto ha podido
ser reconstruido casi totalmente gracias a unos sesenta fragmentos de tabletas
de arcilla, escritas en lengua acádica y caracteres cuneiformes. Muchas copias
de este poema se hallaban en los archivos de las ciudades más importantes de
los antiguos reinos de Asiria y de Babilonia, particularmente en la famosa Biblioteca
de Asurbanipal (668 - 627 a.C.), la mayor y más antigua de
tiempos remotos, hallada en la ciudad de Nínive que hoy en día es Kuyunjik, junto
a Mosul en el Kurdistán. Allí se recuperaron alrededor de 30.000 tabletas y
fragmentos, correspondientes a unos 10.000 documentos principalmente
relacionados con textos literarios de la tradicional sapiencia babilónica, como
por ejemplo los que hoy se conocen con el nombre de Enûma
Elish, Atra-hasis, La Epopeya de Gilgamesh y
tantos otros…
Creación de la Tierra...
E-nu-ma e-liš la na-bu-ú
ša-ma-mu
šap-li-iš am-ma-tum šu-ma
la zak-rat
Apsû–ma riš-tu-ú za-ru-šu-un
mu-um-mu Ti-amat mu-al-li-da-at
gim-ri-šu-un
Cuando en lo alto, el Cielo no había
sido aún nombrado,
y debajo, la Tierra no
había sido mencionada por nombre,
nada existía excepto Apsû, el
antiguo, su creador,
y el caos, Tiamat, del que todo fue
generado.
Las aguas se
agitaban en un solo conjunto
y los pastos no se habían aún
formado ni existían los cañaverales.
Cuando aún ningún astro podía verse,
ninguno tenía un nombre cuando los
destinos no se habían aún establecido.
Entonces, los astros fueron hechos
visibles en medio del cielo.
Habla de la creación de Nannar, la luna, y de que Dios le encomienda el
encargo de medir el tiempo y de vigilar y adornar el día y la noche.
Todo mes sin descanso, darás señales
con tu disco,
al comienzo del mes, cuando inicies
a iluminar el territorio,
con el resplandor de tus cuernos
indicarás los primeros seis días,
el séptimo día mostrarás la mitad de
tu disco,
en catorceavo día te opondrás al
sol: será la mitad del mes,
cuando a levante te unas al sol,
disminuye tu disco y empieza a
decrecer,
en el día de la oscuridad te
acercarás al recorrido del sol.
En el día vigésimo noveno, volverás
hacia la puesta del sol.