lunes, 30 de marzo de 2015

APOCALIPSIS

Del poemario Kairos (2013)


Sufrimos cuando alcanzamos la vida,
en campanas de arabesco funeral,
que como átomos de fuego en el océano,
perduran en una turbulencia escamosa,
dejando la semilla de un verso adalid.

Soñamos con destinos de estímulos cívicos,
bebemos la fervorosa cerveza del pecado.
“¿Quién sabe si la dicha es permanente?”
Una vez que dejamos atrás la cáscara muerta,
la resurrección será una línea directa.

Dejamos correr los ojos como alhelíes,
que florecen en tus pupilas:
remolinos de azúcar,
tan dulce como la sangre.

Y en la playa de la esperanza,
el profeta salta al vacío,
para santificar los fragmentos de alma,
que se cobijan en el puño de la felicidad.


¡Qué señal tan hermosa!

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