domingo, 18 de octubre de 2015

LAS ESPADAS DE LANKHMAR, DE FRITZ LEIBER: LA ESTREMECEDORA PASIÓN DE LA AVENTURA

Fafhrd y el Ratonero Gris son contratados para escoltar a la bella y elusiva hija de un mercader en un fabuloso viaje por el mar. Este viaje es de naturaleza accidentada y está lleno de peligros. Los dos aventureros ven frustrados una y otra vez sus avances, se encuentran con un dragón marino dotado de un olfato finísimo, y atraviesan situaciones mucho más escabrosas de las previstas. Entre tantos avatares, una tremenda invasión de ratas (que llega a alcanzar dimensiones diabólicas), y un periplo alucinante a través de otra Lankhmar dentro de la misma ciudad de Lankhmar. 

Fafhrd es un bárbaro del norte de 2,10 m de altura; el Ratonero Gris es un pequeño y mercurial ladrón (antes conocido como Ratón), que fue aprendiz de un mago. Fafhrd habla como un romántico, pero en la práctica su fuerza es la que gana, mientras que el aparentemente cínico ratonero tiene propensión a mostrar sus verdaderos sentimientos en momentos inesperados. Ambos son pícaros -virtud en un mundo decadente donde serlo es un requisito de supervivencia-, y pasan mucho tiempo bebiendo, festejando, flirteando con mujeres, ocupados en peleas, robos y con el juego. Rara vez son quisquillosos con quien contrata sus servicios, pero son humanos y, sobre todo, saben saborear la verdadera emoción de la aventura.

La historia está ambientada en el mundo ficticio de Nehwon (aunque uno de los cuentos tiene lugar en la Tierra) la mayoría cerca de su principal ciudad: Lankhmar. Se lo describe como “un mundo igual y distinto al nuestro”. Los teóricos del tema creen que podía tener la forma de una burbuja, flotando en las aguas de la Eternidad. La tecnología en Nehwon confluye entre la que podría existir en la Edad del Hierro y el Medioevo. Leiber escribió sobre los nativos: “Pueden ser como los romanos o pensar que son parecidos, si debo usar un término, sería medievales meridionales”. Sobre las tierras orientales escribió: “piense en los sarracenos, árabes, partos, incluso asirios. Montan camellos y elefantes, y usan mucho el arco”. Las series incluyen muchos personajes extranjeros o bizarros. Los dos más influyentes, y los que más problemas causaron a los protagonistas son sus asesores mágicos: Ningauble de los Siete Ojos y Sheelba de la Cara sin Ojos. Ambos llevan a los héroes a sus más interesantes y estremecedoras aventuras.


El propio Leiber, al hablar de la génesis de su par de granujas, dice: "Tengo la impresión que Fafhrd Y El Ratonero Grís están casi en el extremo opuesto a los héroes de Tolkien. Mi material es por lo menos tan fantástico como el suyo, pero es una clase de fantasía más terrena, con un fuerte aderezo de humor negro." "Uno de los motivos iniciales para la creación de personajes como Fafhrd y el Ratonero fue el deseo de concebir una pareja de héroes fantásticos más próximos a la verdadera estatura humana que superhombres como Conan, Tarzán y tantos otros.

Acaparador de todos y cada uno de los grandes premios literarios que se conceden en la fantasía, la ciencia-ficción y el terror, Fritz Leiber es uno de los escritores norteamericanos de estilo más personal y el autor más premiado en toda la historia de la literatura fantástica.  

Las Espadas De Lankhmar  (1968) es la quinta entrega de la saga de Fafhrd Y El Ratonero Gris; y la única novela del ciclo. Sus otras "novelas" no son en realidad tales, sino un conjunto de relatos independientes, que tienen como nexo principal en común el tener como protagonistas a estos dos pícaros redomados, amantes de la juerga en muchas de sus variantes. Está considerada, según la enciclopedia del crítico literario australiano Peter Nicholls, como la obra maestra del autor.


Las Espadas De Lankhmar es una narración que despliega poco a poco sus encantos y hechizos, de tal forma que uno se olvida de lo descabellado de su argumento, para quedar atrapado en el apasionante carrusel de aventuras y emociones que Leiber gobierna con pulso firme hasta el final. Sus ingredientes son muchos y variados: intensidad, violencia, ternura, humor, intriga, lujuria; hasta el punto en que uno piensa que difícilmente se puede encontrar un plato mejor condimentado. Leiber posee la capacidad de dar coherencia y solidez a la ficción más extrañamente desbocada. Su secreto probablemente radique en que es capaz de cargar sus historias y personajes con visos de realidad, madurez, y sofisticación, que da pie a un universo personal que se encuentra lejos de la inocencia e ingenuidad que respiran muchas de las obras  del género.

Donde otros ofrecen grandes ideales, Leiber ofrece grandes personajes. Donde otros ofrecen luz, Leiber ofrece sombras. Donde otros ofrecen maniqueísmo, Leiber ofrece la ambigüedad de la cruda realidad. La elegancia y el barroquismo de su prosa lo elevan a una altura muy superior a la de otros escritores que pueblan el movedizo terreno de la fantasía. Con Leiber uno no tiene la sensación de estar leyendo a un autor que se ha dedicado a la novela fantástica, pero que perfectamente se podría haber dedicado a otro tipo de literatura, de mayor vuelo y reconocimiento.

Uno de los aspectos más curiosos, fascinantes y excéntricos de la novela es los personajes femeninos. Nunca antes dos antihéroes habían tenido compañeras tan inusuales. Sin querer desvelar más sobre ellas, diré que el lector asiste en esta novela a una atípica representación del erotismo más desaforado y sincero. Y lo hace por partida doble. Serán muchos los que se verán sorprendidos al encontrar en una novela de este género, una alusión tan clara, abierta, y progresista al mestizaje y a la interracialidad.


Las Espadas De Lankhmar está revestida de una finura y agudeza poco frecuente en el género, y que se ve aderezada por cantidad de escenas y situaciones extraordinarias. Leiber consigue mantener en todo momento en vilo el interés del lector, incluso al separar a los dos amigos y diversificar los puntos de interés. Inolvidables son, por ejemplo, las andanzas del Ratonero Gris en la subterránea ciudad de las ratas; esas alimañas repulsivas y acechantes que son legión, y que desde siglos han acompañado a los hombres en sus construcciones, ya sean barcos o ciudades, incluso cuando no se es consciente de ello.

Por último, tratando el estilo narrativo del autor, hay que tomar en consideración, la magnífica forma que tiene de narrar las batallas, ya sean largas y cruentas, como las escaramuzas en los callejones. Ambas, tanto de un estilo como del otro, en sus manos son como una coreografía perfectamente realizada, donde el mínimo detalle está explicado primorosamente pero sin florituras. Conciso, claro y tremendamente emocionante.

Las Espadas De Lankhmar ofrece una de las más surreales, intrigantes y entretenidas historias que ha dado el género fantástico. Pocas veces un autor ha conseguido de forma tan sólida construir una historia que, vista desde fuera y a la distancia, puede parecer totalmente delirante pero que cuando es leída cobra una dimensión desconocida.

Jorge Antonio Buckingham

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