Fafhrd y el Ratonero
Gris son contratados para escoltar a la bella y elusiva hija de un mercader en
un fabuloso viaje por el mar. Este viaje es de naturaleza accidentada y está
lleno de peligros. Los dos aventureros ven frustrados una y otra vez sus
avances, se encuentran con un dragón marino dotado de un olfato finísimo, y
atraviesan situaciones mucho más escabrosas de las previstas. Entre tantos avatares,
una tremenda invasión de ratas (que llega a alcanzar dimensiones diabólicas), y
un periplo alucinante a través de otra Lankhmar dentro de la misma ciudad de Lankhmar.
Fafhrd es un bárbaro
del norte de 2,10 m de altura; el Ratonero Gris es un pequeño y mercurial
ladrón (antes conocido como Ratón), que fue aprendiz de un mago. Fafhrd habla
como un romántico, pero en la práctica su fuerza es la que gana, mientras que
el aparentemente cínico ratonero tiene propensión a mostrar sus verdaderos
sentimientos en momentos inesperados. Ambos son pícaros -virtud en un mundo
decadente donde serlo es un requisito de supervivencia-, y pasan mucho tiempo
bebiendo, festejando, flirteando con mujeres, ocupados en peleas, robos y con
el juego. Rara vez son quisquillosos con quien contrata sus servicios, pero son
humanos y, sobre todo, saben saborear la verdadera emoción de la aventura.
La historia está
ambientada en el mundo ficticio de Nehwon
(aunque uno de los cuentos tiene lugar en la Tierra) la mayoría cerca de su
principal ciudad: Lankhmar.
Se lo describe como “un mundo igual y distinto al nuestro”. Los
teóricos del tema creen que podía tener la forma de una burbuja, flotando en
las aguas de la Eternidad. La tecnología en Nehwon confluye entre la que podría
existir en la Edad del Hierro y el Medioevo. Leiber escribió sobre los
nativos: “Pueden ser como los romanos o pensar que son parecidos, si
debo usar un término, sería medievales meridionales”. Sobre las tierras
orientales escribió: “piense en los sarracenos, árabes, partos, incluso
asirios. Montan camellos y elefantes, y usan mucho el arco”. Las series
incluyen muchos personajes extranjeros o bizarros. Los dos más influyentes, y los
que más problemas causaron a los protagonistas son sus asesores mágicos: Ningauble de los Siete Ojos y Sheelba de la Cara sin Ojos. Ambos
llevan a los héroes a sus más interesantes y estremecedoras aventuras.
El
propio Leiber, al hablar de la génesis de su par de granujas, dice: "Tengo
la impresión que Fafhrd Y El Ratonero
Grís están casi en el extremo opuesto a los héroes de Tolkien. Mi material
es por lo menos tan fantástico como el suyo, pero es una clase de fantasía más
terrena, con un fuerte aderezo de humor negro." "Uno de los motivos
iniciales para la creación de personajes como Fafhrd y el Ratonero fue el deseo
de concebir una pareja de héroes fantásticos más próximos a la verdadera
estatura humana que superhombres como Conan, Tarzán y tantos otros.
Acaparador de todos y
cada uno de los grandes premios literarios que se conceden en la fantasía, la
ciencia-ficción y el terror, Fritz
Leiber es uno de los escritores norteamericanos de estilo más
personal y el autor más premiado en toda la historia de la literatura
fantástica.
Las Espadas De
Lankhmar (1968) es la
quinta entrega de la saga de Fafhrd Y El
Ratonero Gris; y la única novela del ciclo. Sus
otras "novelas" no son en realidad tales, sino un conjunto de relatos
independientes, que tienen como nexo principal en común el tener como
protagonistas a estos dos pícaros redomados, amantes de la juerga en muchas de
sus variantes. Está considerada,
según la enciclopedia del crítico literario australiano Peter Nicholls, como la
obra maestra del autor.
Las Espadas De
Lankhmar
es una narración que despliega poco a poco sus encantos y hechizos, de tal
forma que uno se olvida de lo descabellado de su argumento, para quedar
atrapado en el apasionante carrusel de aventuras y emociones que Leiber
gobierna con pulso firme hasta el final. Sus ingredientes son muchos y
variados: intensidad, violencia, ternura, humor, intriga, lujuria; hasta el
punto en que uno piensa que difícilmente se puede encontrar un plato mejor condimentado.
Leiber posee la capacidad de dar coherencia y solidez a la ficción más
extrañamente desbocada. Su secreto probablemente radique en que es capaz de
cargar sus historias y personajes con visos de realidad, madurez, y sofisticación,
que da pie a un universo personal que se encuentra lejos de la inocencia e
ingenuidad que respiran muchas de las obras del género.
Donde
otros ofrecen grandes ideales, Leiber ofrece grandes personajes. Donde otros
ofrecen luz, Leiber ofrece sombras. Donde otros ofrecen maniqueísmo, Leiber
ofrece la ambigüedad de la cruda realidad. La elegancia y el barroquismo de su
prosa lo elevan a una altura muy superior a la de otros escritores que pueblan
el movedizo terreno de la fantasía. Con Leiber uno no tiene la sensación de
estar leyendo a un autor que se ha dedicado a la novela fantástica, pero que
perfectamente se podría haber dedicado a otro tipo de literatura, de mayor vuelo
y reconocimiento.
Uno
de los aspectos más curiosos, fascinantes y excéntricos de la novela es los
personajes femeninos. Nunca antes dos antihéroes habían tenido compañeras tan
inusuales. Sin querer desvelar más sobre ellas, diré que el lector asiste en
esta novela a una atípica representación del erotismo más desaforado y sincero.
Y lo hace por partida doble. Serán muchos los que se verán sorprendidos al
encontrar en una novela de este género, una alusión tan clara, abierta, y progresista
al mestizaje y a la interracialidad.
Las Espadas De
Lankhmar
está revestida de una finura y agudeza poco frecuente en el género, y que se ve
aderezada por cantidad de escenas y situaciones extraordinarias. Leiber consigue mantener en todo
momento en vilo el interés del lector, incluso al separar a los dos amigos y
diversificar los puntos de interés. Inolvidables son, por ejemplo, las andanzas
del Ratonero Gris en la subterránea ciudad de las ratas; esas alimañas
repulsivas y acechantes que son legión, y que desde siglos han acompañado a los
hombres en sus construcciones, ya sean barcos o ciudades, incluso cuando no se
es consciente de ello.
Por último, tratando el estilo narrativo
del autor, hay que tomar en consideración, la magnífica forma que tiene de narrar las batallas, ya sean
largas y cruentas, como las escaramuzas en los callejones. Ambas, tanto de un
estilo como del otro, en sus manos son como una coreografía perfectamente realizada,
donde el mínimo detalle está explicado primorosamente pero sin florituras.
Conciso, claro y tremendamente emocionante.
Las Espadas De Lankhmar ofrece una de las
más surreales, intrigantes y entretenidas historias que ha dado el género
fantástico. Pocas veces un autor ha conseguido de forma tan sólida construir
una historia que, vista desde fuera y a la distancia, puede parecer totalmente
delirante pero que cuando es leída cobra una dimensión desconocida.
Jorge Antonio Buckingham
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