En las ruinas de un anfiteatro,
justo en las afueras de una ciudad de Italia sin nombre, vive una niña huérfana
llamada Momo. Ella posee la habilidad extraordinaria de saber escuchar, consiguiendo que los que están tristes se
sientan mejor, los que están enfadados solucionen sus problemas, o que a los
que están aburridos se les ocurran cosas divertidas. Momo tiene amistad
con todos y especialmente con el barrendero Beppo y el guía turístico Gigi (también
conocido como Gigi Cicerone o Girolamo).
Esta atmósfera placentera acaba
con la llegada de los Hombres Grises, unos extraños individuos que representan
al Banco de Tiempo y promocionan la idea de ahorrar tiempo entre la población
(tiempo que puede ser depositado en el Banco y devuelto al cliente después, con
interés). En realidad, hacen que la gente lo olvide todo salvo su obsesión
por “ahorrar” todo el
tiempo posible para un hipotético uso posterior.
La siniestra influencia de los
Hombres Grises afecta progresivamente a toda la ciudad. La vida se vuelve estéril,
se deja de hacer todo lo que se considera inútil, como el arte, la imaginación
o incluso el descanso. Los edificios y las ropas están hechos exactamente de la
misma forma para todos y el ritmo de vida se torna ajetreado. En realidad,
cuanto más tiempo ahorra una persona, menos lo tiene. Los Hombres Grises lo
consumen en forma de cigarros, hechos de pétalos secos de las flores horarias
que representan el tiempo; sin esos cigarros ellos no pueden existir.
Momo, por su especial personalidad, se convierte en un
obstáculo para los planes del Banco de Tiempo. Los Hombres Grises intentan
deshacerse de ella. Momo, junto a la tortuga Casiopea (que se comunica con ella
gracias a los mensajes luminosos de su caparazón), se enfrentará a su dictadura
y terminará con ellos. Para eso, Momo deberá ir al mismo manantial del tiempo y
acabar con el orden establecido.
La idea principal de Momo (1973) puede
ser vista como una crítica al consumismo. Muestra el peligro de verse seducido
por los intereses de empresas que cuentan con el suficiente poder como para
influir en el estilo de vida de las personas. En el mismo sentido es también
una profunda crítica al modelo racional de concebir el tiempo, un modelo
economicista que olvida esos pequeños momentos y sensaciones que sin tener
valor económico -y por tanto puedan parecer superfluas-, son realmente
importantes en la vida humana que siempre tiene una vertiente espiritual.
Si de algo se caracteriza Momo es por ser una historia con un
contenido filosófico peculiar, pero escrita de un modo que más pareciera un
cuento infantil. Y es que estamos ante un precioso cuento de hadas para
adultos, una novela hecha para ese niño que todos llevamos dentro. Además, la
historia cuenta con una preciosa, genial y entrañable atemporalidad, lo que permite que a
cualquier persona que tenga nueve o noventa años, le pueda sobrecoger la
nostalgia y verse identificado en la niñez inocente de los pequeños amigos de
Momo.
Es admirable
cómo hace reflexionar esta novela, quizá los más jóvenes solo vean en ella una aventura y un misterio que
solucionar, pero los más mayores pueden verse reflejados en ella y pensar que
no es el dinero ni el trabajo lo más importante en este mundo. A través de un
personaje muy sencillo, pero muy complejo al mismo tiempo, Ende nos lleva de la
mano a través de un viaje tanto mágico como filosófico, donde una tortuga tiene
las respuestas a todas nuestras preguntas. Todo lo relacionado con el tiempo:
el ahorro de tiempo, el gasto de tiempo, el robo de tiempo, etc, posee una hechura
muy original. Está todo hilado de una forma casi perfecta, y el final es
simplemente sublime.
En Momo se puede apreciar la
influencia de la obra surrealista de Edgar Ende, el padre del autor. Así como
en las experiencias personales del escritor con el régimen nazi. El movimiento
artístico inspirado en el dadaísmo aporta un ritmo fluido, proporcionándole la
apariencia de un relato narrado con absoluta naturalidad, como un cuento. De
igual manera, permite a Ende realizar un giro narrativo inesperado, cuando
empieza a introducir elementos oníricos como los Hombres Grises, la tortuga
Casiopea, la casa de Ninguna Parte o el maestro Segundo Minucio Hora. Estos convierten
una aparente fábula infantil en una distopía que tiene grandes paralelismos con
nuestra realidad cotidiana.
Momo es una novela hermosísima que está llena
de enseñanzas sobre la amistad, la bondad y el valor de las cosas sencillas de
la vida. En definitiva, sobre lo que de verdad nos hace felices. Momo podría ser una niña normal, pero tiene un gran don: la capacidad de
escuchar. Y
es que solo escuchando logra que la gente piense mejor, y que tome buenas
decisiones sin saberlo. Cuando alguien está deprimido, o enfadado, sólo tiene
que ir con Momo para que todo se solucione. La niña se hace imprescindible y
gracias a su extraordinario carisma, alegra la existencia de todo el que se le
acerca.
Michael Ende desarrolla en esta enternecedora aventura,
un mensaje dirigido a los padres que ya no disponen de tiempo para leer a sus
hijos antes de acostarse: “Hay calendarios y relojes, pero eso significa poco,
porque todos sabemos que en ocasiones una hora puede parecernos una eternidad,
y otra puede parecer un instante, depende de lo que hagamos. Porque el tiempo
es vida, y la vida reside en el corazón.”
Jorge Antonio Buckingham
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