“Cuando nos encontramos con la entrada de una caverna somos tomados por
un sentimiento mixto de temor y deseo. Temor de las tinieblas, de lo
desconocido. Y deseo de encontrar allí las claves de los misterios aún ni
siquiera sospechados.” Leonardo Da Vinci.
El fascinante Reino
Interno de la Madre Tierra, está entramado por una vastísima Red de Túneles que
conectan con decenas de Ciudades Intraterrestres habitadas por seres de un
altísimo grado de conocimiento, que custodian y preservan la Evolución
Planetaria. Diferentes culturas de todo el planeta han legado importantes
referencias, acerca de este profundo y revelador misterio, y se han dicho
muchas cosas sobre el gran reino subterráneo de Hargath, pero, en realidad,
todavía no se ha revelado verdaderamente nada a la mayoría de habitantes de
Tyamath, salvo a través de los mitos y de las alegorías divulgados por algunos miembros
de la casta de los iniciados.
Como algunos iniciados afirman, es posible que la Madre
Tierra este, totalmente hueca y que los ciudadanos del Inframundo posean su
propio sol central. Es igualmente posible que el centro de Tyamath sea tan
denso como su corteza y que la humanidad de de Hargath viva entre los dos
polos. Por otro lado, no hay que excluir la teoría que afirma que la Madre Tierra
es como un buñuelo, totalmente repleto de inmensas cavernas tan vastas como
nuestras regiones y países, en comunicaci6n entre sí por medio de gigantescos
túneles construidos. Podemos afirmar sólo una cosa, existe este reino subterráneo
y sus habitantes tienen existencia física y etérica.
Hargath, se dice, no fue siempre subterránea, y
no permanecerá así siempre; vendrá un tiempo en el que, según las palabras dadas
por los Annu-ki. “Los pueblos de Hargath saldrán de sus cavernas y aparecerán sobre
la superficie de la tierra”. Antes de su desaparición del mundo visible, este
centro llevaba otro nombre, pues el de Hargath, que significa “inalcanzable” o “inaccesible” (y también “inviolable”, pues es
la morada de la Paz, Salem), no habría sido el más conveniente; los iniciados
precisan que se hizo subterráneo «hace más de seis mil años», y ocurre que esta
fecha corresponde, con una muy suficiente aproximación, al comienzo del
Kali-Yuga, o “época negra”, la “edad de hierro” de los antiguos occidentales,
el último de los cuatro períodos en los cuales se divisa el Manvantara; su
reaparición debe coincidir con el fin del mismo período.
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