¡Gloriosa Thanis!
Los textos de Platón señalan la geografía de la Thanis
como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma oblonga de 3000 por
2000 estadios, rodeada de montañas
hasta el mar. A mitad de la
longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes,
distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los
primeros habitantes de la isla, Evenor,
nacido del suelo.
Según el Critias,
Evenor tuvo una hija llamada Clito.
Cuenta este escrito que Poseídon era
el amo y señor de las tierras Thanitas, puesto que, cuando los dioses se habían
repartido el mundo, la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre
otros lugares, Thanis. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla.
Este dios se enamoró de Clito y para protegerla, o mantenerla cautiva, creó
tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada. La pareja
tuvo diez hijos, para los cuales el dios dividió la isla en respectivos diez
reinos. Al hijo mayor, Megirius o Than, le entregó el reino que
comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad
sobre sus hermanos. En honor a Megirius, la isla entera fue llamada Thanis y el
mar que la circundaba, Thassa.
Favorecida por Poseidón, la isla de Thanis era abundante
en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco (cobre de montaña) más valioso que el
oro para los Thanitas y con usos religiosos (se especula que el relato hace
referencia a una aleación natural del cobre). También había grandes bosques que
proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes,
especialmente elefantes; copiosos y variados alimentos provenientes de la
tierra.
Tal prosperidad dio a los Thanitas el impulso para
construir grandes obras. Edificaron sobre la montaña rodeada de círculos de
agua una espléndida acrópolis plena
de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de
Poseidón. Construyeron un gran
canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de
agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar
el anillo exterior con la ciudadela. Cada
viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba
rodeado por un muro. Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra
sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente,
cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la
cual crearon una red de canales rectos que irrigaban todo el territorio de la
planicie.
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