Príncipe de Nada es la historia de una terrible y trágica guerra santa; de las poderosas
facciones que trataron de dominarla y pervertirla; de un hijo en busca de su
padre… Dos mil años han transcurrido desde el Apocalipsis. El Shiriah de los
Mil Templos ha declarado la Guerra Santa, para arrancar la Ciudad Santa del
Último Profeta de las manos de sus infieles moradores. Un hechicero, una
concubina y un guerrero quedan cautivados por un misterioso viajero y sucumben
bajo su yugo, mientras lo que empieza como una guerra de hombres, amenaza con
llegar a ser la primera batalla del Segundo Apocalipsis. Los títulos de
los volúmenes que componen esta trilogía fantástica son:
En El Principio Fue La Oscuridad (Septiembre
2005).
El Profeta Guerrero (Abril 2006).
El Pensamiento De Las Mil Caras (Septiembre
2007).
Richard Scott Bakker describe con detalle un mundo oscuro y brutal, al
estilo del que imaginamos fue nuestro pasado. La narración se desarrolla en el continente ficticio de Eärwa, que se encuentra separado de
otro continente -citado, pero no aparece en la obra- llamado Eänna. La acción principal acontece
en la mitad meridional del continente, principalmente en la zona conocida como
los Tres Mares, en torno a
los cuales se concentran las principales civilizaciones humanas de la época. Se
trata de un escenario grande y extenso con evidentes paralelismos a la época de
las cruzadas.
A todo esto hay que añadir que el mundo de Eärwa cuenta con varias
órdenes y escuelas religiosas, enfrentadas unas y otras. Así por ejemplo
tenemos la orden del Consulto, (una orden que se
cree desaparecida después del Primer Apocalipsis, y que tiene como último
objetivo desencadenar el segundo). En cambio, el Mandato es una orden que cree que el Consulto
todavía existe, pero como nadie cree que sea cierto, se les considera unos
“pirados”. Si se les teme es porque sus miembros tienen miedo de la Magia, a la
que tienen acceso.
En el ardor de truculentas y crueles batallas se
distinguen varios personajes que, a pesar del establecimiento de roles cerrados
típicos de las novelas de fantasías, no caen en el manierismo. Más bien desarrollan
personalidades muy matizadas, a las que vemos transformarse por sus decisiones
y circunstancias: Drusas Achamian, el
hechicero del Mandato; Anasûrimbor Kellhus, monje y futuro Profeta Guerrero;
Caniür, bárbaro guerrero apátrida y vengativo; Esmenet, prostituta que sigue la
guerra. Puntualizo tres elementos fundamentales que hacen valiosa esta serie:
por un lado, la capacidad que tiene para atrapar al lector desde la primera
página; la destreza a la hora de construir los personajes que permite vivenciar
sus cambios por muy radicales o irritantes que nos resulten y; por último,
sustentarla sobre ideas religiosas y filosóficas (algo muy poco común en la
literatura del género).
Kelhus, quien pertenece al antiguo pueblo de los dûnyainos -ansiosos de ampliar constantemente sus conocimientos y poseedores de una inteligencia sobrehumana- será el vertebrador de la historia. Un individuo tan encantador como arrogante, al que la gente adora y odia al mismo tiempo, y que no puede evitar humillar o dar lecciones a todo el que se cruza en su camino... A pesar de eso, su carisma y su superioridad en combate, terminarán por convertirlo en el Profeta Guerrero.
En El Principio Fue La Oscuridad es notoriamente la novela mejor estructurada. No
sólo por la presentación de los personajes y las tramas, sino porque se aprecia
la preparación lenta y reflexiva de la narración. El Pensamiento De Las Mil Caras resulta algo irregular, sobre todo
en su primera parte, que se convierte en mera preparación hacia el desenlace.
Sin embargo, el final es capaz de acumular la suficiente tensión y abrirse de
tal modo que no se puede dejar de dar vueltas al devenir de los personajes. Así
Achamian, maestro hechicero, perdedor nato y verdadero antihéroe protagonista
de la novela, vive una desgracia tras otra hasta que el dolor de sus sueños se
convierte en juego de niños comparado con su cruel existencia. No obstante, consigue
levantarse una y otra vez hasta lograr ser completamente libre, sin ninguna
atadura, solo porque todo aquello que ha amado se ha visto ultrajado y
destruido. Es el triunfo del individuo fortalecido por la verdad y que ya no
teme a nada sobre la masa informe sometida a las ilusiones de la fe.
Los personajes están bien construidos y resultan creíbles. Al final del tercer volumen hay un extenso apéndice enciclopédico sobre personajes, lugares y acontecimientos que se han ido describiendo en la trilogía. No resulta necesario consultarlo mientras se está leyendo, pero una lectura final del apéndice ayudará a aclarar muchos puntos, además de ser muy entretenida en sí misma.
Príncipe de Nada puede considerarse dentro de la
tradición tolkieniana. En sus páginas prevalece el afán de oponerse a la
modernidad y su homogeneidad. R. Scott Bakker recrea prolijamente un supuesto y
exótico tiempo pasado en el que las cosas parecen más crueles, más sórdidas,
pero también, más reales. La trama de esta trilogía es sumamente ambiciosa. Aun
así, el autor es capaz de cumplir las expectativas e ir cargándola de contenido
filosófico, al tratar temas provenientes de la antropología; de la
epistemología (desde el inicio las percepciones de Kellhus son subyugantes); el
lenguaje y la relación entre las palabras y las cosas -con la Gnosis esotérica
y exotérica; las estructuras sociales; las pasiones humanas y el papel de la
mujer en un sistema tan violento y utilitarista.
Jorge Antonio
Buckingham
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