martes, 7 de abril de 2015

PRÍNCIPE DE NADA, DE R. SCOTT BAKKER: HORRORES DE UNA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

Príncipe de Nada es la historia de una terrible y trágica guerra santa; de las poderosas facciones que trataron de dominarla y pervertirla; de un hijo en busca de su padre… Dos mil años han transcurrido desde el Apocalipsis. El Shiriah de los Mil Templos ha declarado la Guerra Santa, para arrancar la Ciudad Santa del Último Profeta de las manos de sus infieles moradores. Un hechicero, una concubina y un guerrero quedan cautivados por un misterioso viajero y sucumben bajo su yugo, mientras lo que empieza como una guerra de hombres, amenaza con llegar a ser la primera batalla del Segundo Apocalipsis. Los títulos de los volúmenes que componen esta trilogía fantástica son:


En El Principio Fue La Oscuridad (Septiembre 2005).
El Profeta Guerrero (Abril 2006).
El Pensamiento De Las Mil Caras (Septiembre 2007).

Richard Scott Bakker describe con detalle un mundo oscuro y brutal, al estilo del que imaginamos fue nuestro pasado. La narración se desarrolla en el continente ficticio de Eärwa, que se encuentra separado de otro continente -citado, pero no aparece en la obra- llamado Eänna. La acción principal acontece en la mitad meridional del continente, principalmente en la zona conocida como los Tres Mares, en torno a los cuales se concentran las principales civilizaciones humanas de la época. Se trata de un escenario grande y extenso con evidentes paralelismos a la época de las cruzadas.

A todo esto hay que añadir que el mundo de Eärwa cuenta con varias órdenes y escuelas religiosas, enfrentadas unas y otras. Así por ejemplo tenemos la orden del Consulto, (una orden que se cree desaparecida después del Primer Apocalipsis, y que tiene como último objetivo desencadenar el segundo). En cambio, el Mandato es una orden que cree que el Consulto todavía existe, pero como nadie cree que sea cierto, se les considera unos “pirados”. Si se les teme es porque sus miembros tienen miedo de la Magia, a la que tienen acceso.

En el ardor de truculentas y crueles batallas se distinguen varios personajes que, a pesar del establecimiento de roles cerrados típicos de las novelas de fantasías, no caen en el manierismo. Más bien desarrollan personalidades muy matizadas, a las que vemos transformarse por sus decisiones y circunstancias: Drusas Achamian,  el hechicero del Mandato; Anasûrimbor Kellhus, monje y futuro Profeta Guerrero; Caniür, bárbaro guerrero apátrida y vengativo; Esmenet, prostituta que sigue la guerra. Puntualizo tres elementos fundamentales que hacen valiosa esta serie: por un lado, la capacidad que tiene para atrapar al lector desde la primera página; la destreza a la hora de construir los personajes que permite vivenciar sus cambios por muy radicales o irritantes que nos resulten y; por último, sustentarla sobre ideas religiosas y filosóficas (algo muy poco común en la literatura del género). 

Kelhus, quien pertenece al antiguo pueblo de los dûnyainos -ansiosos de ampliar constantemente sus conocimientos y poseedores de una inteligencia sobrehumana- será el vertebrador de la historia. Un individuo tan encantador como arrogante, al que la gente adora y odia al mismo tiempo, y que no puede evitar humillar o dar lecciones a todo el que se cruza en su camino... A pesar de eso, su carisma y su superioridad en combate, terminarán por convertirlo en el Profeta Guerrero.

En El Principio Fue La Oscuridad es notoriamente la novela mejor estructurada. No sólo por la presentación de los personajes y las tramas, sino porque se aprecia la preparación lenta y reflexiva de la narración. El Pensamiento De Las Mil Caras resulta algo irregular, sobre todo en su primera parte, que se convierte en mera preparación hacia el desenlace. Sin embargo, el final es capaz de acumular la suficiente tensión y abrirse de tal modo que no se puede dejar de dar vueltas al devenir de los personajes. Así Achamian, maestro hechicero, perdedor nato y verdadero antihéroe protagonista de la novela, vive una desgracia tras otra hasta que el dolor de sus sueños se convierte en juego de niños comparado con su cruel existencia. No obstante, consigue levantarse una y otra vez hasta lograr ser completamente libre, sin ninguna atadura, solo porque todo aquello que ha amado se ha visto ultrajado y destruido. Es el triunfo del individuo fortalecido por la verdad y que ya no teme a nada sobre la masa informe sometida a las ilusiones de la fe. 

Los personajes están bien construidos y resultan creíbles. Al final del tercer volumen hay un extenso apéndice enciclopédico sobre personajes, lugares y acontecimientos que se han ido describiendo en la trilogía. No resulta necesario consultarlo mientras se está leyendo, pero una lectura final del apéndice ayudará a aclarar muchos puntos, además de ser muy entretenida en sí misma.

Príncipe de Nada puede considerarse dentro de la tradición tolkieniana. En sus páginas prevalece el afán de oponerse a la modernidad y su homogeneidad. R. Scott Bakker recrea prolijamente un supuesto y exótico tiempo pasado en el que las cosas parecen más crueles, más sórdidas, pero también, más reales. La trama de esta trilogía es sumamente ambiciosa. Aun así, el autor es capaz de cumplir las expectativas e ir cargándola de contenido filosófico, al tratar temas provenientes de la antropología; de la epistemología (desde el inicio las percepciones de Kellhus son subyugantes); el lenguaje y la relación entre las palabras y las cosas -con la Gnosis esotérica y exotérica; las estructuras sociales; las pasiones humanas y el papel de la mujer en un sistema tan violento y utilitarista.

Jorge Antonio Buckingham


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