En la abadía Saint Mere Abelle llega el día de que
los novicios ingresen para siempre en la orden. Les espera un largo camino tras
muchos años de preparación, en el que solo unos pocos son aceptados. Los
novicios están instruidos en la lucha, en las artes marciales dado que los
futuros frailes deben proteger una Iglesia en equilibrio con el poder del
Estado.
Muy lejos de allí, el demonio Dáctilo ha conseguido
despertar de su encierro y ha reunido un poderoso ejército formado por tres de
las cinco razas que viven en ese mundo. Generalmente, trasgos, gigantes y
enanos powri, son enemigos entre sí pero bajo el influjo del demonio,
aprenderán a trabajar juntos para luchar contra los hombres.
En una de sus primeras incursiones, los trasgos
arrasan la aldea de Dundalis. Solo dos de los habitantes consiguen huir a la
muerte. Dos adolescentes, Elbryan y Pony, aunque ninguno sabe que el otro ha
conseguido escapar. Pony se esconde bajo una casa en llamas pero bien a salvo y
al paso de los días, consigue salir y escapar. Ya a salvo, su mente ha decidido
olvidar todo su pasado y empezar de nuevo.
Elbryan es salvado de una muerte segura por los
elfos, una raza en peligro de extinción y que generalmente no se mete en los
asuntos de las otras razas. Pero Elbryan, casi un niño, es especial y deciden
adoptarlo, deciden instruirlo y hacer de él, el guardabosques que el mundo va a
necesitar. Durante años, día a día es adiestrado en la lucha, y lo es
duramente, sin muchas muestras de afecto, muchas burlas cuando falla y muchas
trampas para que falle. Cuando pasan los años, Elbryan es el guerrero perfecto,
es ya un hombre capaz de moverse como un elfo, pensar como un elfo y un humano.
La serie Guerras Demoníacas, está compuesta por seis
volúmenes: El Despertar Del Demonio (1997),
Barbacán, La Guarida Del Maligno (1998),
El Espíritu Del Dáctilo (1999), Markwart, El Abad Maléfico (1998), El Apóstol Del Demonio y El Hijo De Elbryan (1999).
Las primeras novelas de Guerras Demoníacas son interesantes, al
comenzar la descripción de los parajes salvajes del noroeste, y además traer
muy pronto los problemas a los jóvenes personajes principales, Elbryan y Pony.
Su aldea es arrasada por un ejército de trasgos, y ellos son los únicos
supervivientes. Pero a él lo acogen los Touel'alfar para convertirlo en un
guardabosques y ella, que ha perdido la memoria por el shock, es criada por una
simpática pareja que regenta una posada en Palmaris, una ciudad al sur.
Junto a ellos aparece Avelyn,
un joven monje que se va dando cuenta de que la Iglesia Abellicana no es la
digna institución que él creía. Las dos novelas transcurren con velocidad,
gracias en parte a ir saltando de un personaje a otro mediante capítulos no
demasiado extensos. Poco a poco, se va creando un grupo de amigos que se
dirigirá a un enfrentamiento final cargado de sacrificios (tal vez demasiado
amontonados, pero agradables al variar un poco el esquema habitual de se-salva-todo-el-mundo).
Además, si se lee hasta este punto, la historia queda lo suficientemente
cerrada.
En las siguientes novelas volvemos
al Salvatore reiterativo que llena páginas y páginas de combates descritos de
forma efectista. Sin embargo, he encontrado que en esta serie estas
descripciones son mucho más lentas, y no logran transmitir bien los
movimientos. El otro problema es que la mitad de los capítulos (o tal vez más),
están centrados en las acciones de Markwart, la cabeza de la Iglesia Abellicana
y al que, supuestamente por culpa del dáctilo, Salvatore convierte en una
especie de inquisidor obsesionado con un monje al que cree traidor. Al mismo
tiempo, el abad inicia una serie de intrigas para extender el poder de su
iglesia. Todo esto hace que esta parte sea más lenta, y un poco aburrida, en
parte por la casi ausencia de conflictos internos.
La saga de fantasía épica de R. A. Salvatore Guerras Demoníacas, ha recibido
desmerecidamente los más encendidos elogios por parte de la prensa
especializada, y de otros autores dedicados a este género cada vez más de moda.
Así, Terry Brooks, autor de Shannara y de la novelización de La Amenaza Fantasma, dice: “Esta nueva
saga es el mejor trabajo de Salvatore desde la serie de El Elfo Oscuro”. Por su parte, Elaine Cunningham, autora de varias
novelas de Reinos Olvidados, afirma: “Los fans de Salvatore quedarán encantados
con esta historia. Tiene todo lo que los lectores de fantasía esperan:
personajes atrayentes, una narración ágil y descripciones de batallas
brillantes que no entorpecen el argumento principal. El arquetipo del
explorador noble queda perfectamente encarnado por Elbryan”.
Son demasiadas páginas para
una trama no muy original, situada en un imaginario poco elaborado. Hay algunos
detalles muy buenos, y personajes muy simpáticos, pero como he indicado antes,
el primer libro gusta por ser novedoso; el resto pecan de los defectos típicos
en Salvatore: abundancia de batallas y exceso de escenas protagonizadas por
unos malos simplones. Mi recomendación es leer sólo los dos primeros volúmenes,
porque la historia queda cerrada, y hemos descubierto todo lo que el mundo de
Corona puede ofrecernos.
Jorge Antonio Buckingham
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