domingo, 9 de diciembre de 2018

PRELUDIO DE LAS CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA


 GUERRA DE INSURRECCIÓN DEL DRAGÓN


Laezrel era un brillante Annu-ki primario de Hemera. Había servido en muchos otros sistemas, había sido un consejero elevado de su grupo, y se distinguía por su sabiduría, sagacidad y eficiencia. Lucero, o sea, Laezrel era el número 37 de su orden, y cuando fue comisionado por el Consejo Maldek, se le distinguió como una de las cien personalidades más hábiles y brillantes entre más de setecientos mil de su tipo. Desde comienzos tan magníficos, a través del mal y del error, abrazó el pecado y ahora se lo numera como uno de los tres Soberanos del Sistema Hemera en la galaxia que sucumbieron al impulso del yo y se rindieron a los sofismas de la libertad personal espuria —el rechazo de la lealtad universal y el descuido de las obligaciones fraternales, la ceguera a las relaciones cósmicas. En la galaxia Soldar, el dominio de Mikhal, hay diez mil sistemas de mundos habitados. En toda la historia de los Annu-ki, en todo su trabajo a través de estos miles de sistemas y en la sede central de la galaxia, tan sólo tres Soberanos de los Sistemas han sido hallados en desacato al gobierno de Mikhal.
Laezrel no era un ser ascendente; fue un Hijo creado de Soldar, y de él se dijo: «Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti injusticia». Muchas veces había estado en consejo con los Altísimos de Edentia. Y Laezrel reinaba «sobre la montaña sagrada de Dios», la montaña administrativa de Perusem, porque era el ejecutivo en jefe de un gran sistema de muchos mundos habitados. Laezrel era un ser magnífico, una personalidad brillante; estaba junto a los Padres Altísimos de la constelación en la línea directa de la autoridad universal. A pesar de la transgresión de Laezrel, antes de la entrega de Mikhal en la Madre Tierra, las inteligencias subordinadas evitaron faltarle al respeto y desdeñarlo. Aun el arcángel de Mikhal, «no emitió juicio contra él, sino que simplemente dijo: ‘el Juez te reprenda’». El juicio en tales asuntos pertenece a los Aidar, los gobernantes de la galaxia.
Laezrel era el Soberano caído y depuesto de Hemera. La autocontemplación es sumamente desastrosa, aun para las personalidades excelsas del mundo celestial. De Laezrel se dijo: «Tu corazón se enalteció por tu hermosura; tu esplendor corrompió tu sabiduría». Un antiguo profeta vio este triste estado cuando escribió: «¡Cómo caíste de los cielos, O Lucero, hijo de la mañana! ¡Cómo has sido derribado, tú que te atreviste a confundir a los mundos!».
Muy poco se oyó acerca de Laezrel en Tyamath debido al hecho de que asignó a su primer ayudante, Sullial, para abogar por su causa en vuestro planeta. Sullial formaba parte del mismo grupo primario de Annu-ki pero no había actuado nunca como Soberano del Sistema; participó plenamente en la insurrección de Laezrel. El «oscuro» no era sino Kallios, el Incal depuesto de Tyamath y un Hijo de la orden secundaria de Annu-ki. Cuando Mikhal estaba en Tyamath en la carne, Laezrel, Sullial y Kallios se aliaron para precipitar el fracaso de la misión de entrega. Pero claramente fracasaron. Abadón era el jefe del séquito de Kallios. Siguió a su jefe en la rebelión y desde entonces ha actuado como jefe ejecutivo de los rebeldes de Tyamath. Baalzu era el líder de los seres intermedios desleales que se aliaron con las fuerzas del traicionero Kallios.
El dragón se volvió finalmente la representación simbólica de todos estos personajes malvados. Cuando triunfó Mikhal, «Quabriel bajó de Hemera y encadenó al dragón (todos los líderes rebeldes) por una edad». De los rebeldes seráficos de Persuem se ha escrito: «Y a los Annu-ki que no mantuvieron su estado primario sino que abandonaron su propia morada, aseguró con fuertes cadenas de oscuridad hasta el juicio del gran día». Laezrel y su primer asistente, Sullial, habían reinado en Perusem por más de quinientos mil años cuando en su corazón comenzaron a alinearse contra el Padre Yavin y su Hijo Mikhal por entonces vicegerente. No existían en el sistema de Hemera condiciones peculiares o especiales que sugiriesen o favoreciesen la rebelión. Se cree que la idea se originó y formó en la mente de Laezrel, y que pudo haber instigado dicha rebelión sin importar donde estuviera estacionado. Laezrel anunció primero sus planes a Sullial, pero se requirieron varios meses para que éste se convirtiera a las teorías rebeldes, se volvió un defensor atrevido y entusiasta de la «la autoaserción y libertad».
Nadie jamás le sugirió a Laezrel la idea de una rebelión. La idea de la autoaserción, en oposición a la voluntad de Mikhal y a los planes del Padre Yavin, tal como los presentaba Mikhal, tuvo origen en su propia mente. Sus relaciones con el Hijo Creador habían sido íntimas y siempre cordiales. En ningún momento antes de la exaltación de su propia mente expresó Laezrel abiertamente falta de satisfacción respecto de la administración del universo. A pesar de su silencio, por más de cien años del tiempo estándar, el Unión de los Días había estado proyectando con hologramas que no reinaba completamente la paz en la mente de Laerzel. Esta información también fue comunicada al Hijo Creador y a los Padres de la Soldar. A lo largo de este período Laezrel se volvió cada vez más crítico del plan total de la administración de la galaxia, pero siempre profesó lealtad sincera a los Gobernantes Supremos. Su primera deslealtad abierta se manifestó con motivo de una visita de Quabriel a Perusem, apenas unos pocos días antes de la proclamación abierta de la Declaración Laezreliana de Libertad. Quabriel tan profundamente se impresionó por la certidumbre de una ruptura próxima que se dirigió directamente a Edentia para conferenciar con los Padres de la Constelación sobre las medidas a emplear en el caso de una rebelión abierta.
Es muy difícil señalar la causa o las causas exactas que finalmente culminaron en la rebelión de Laezrel. Tan sólo estamos seguros de una cosa, y eso es: sean cuales fueren estos comienzos, tuvieron origen en la mente de Laezrel. Debe haber existido una vanagloria del yo que se alimentó hasta el punto del autoengaño, de modo que Laezrel, durante un período, verdaderamente se convenció de que su idea rebelde realmente redundaría en el bien del sistema, si no de la galaxia entero. Para cuando sus planes ya le habían llevado al desencanto, sin duda estaba demasiado metido como para que su orgullo original y dañino le permitiese detenerse. En algún momento durante esta experiencia se volvió insincero, y el mal evolucionó en pecado deliberado y volitivo. El hecho de que así fue se comprueba por la conducta subsiguiente de este brillante ejecutivo. Durante mucho tiempo se le ofreció la oportunidad de arrepentirse, pero tan sólo algunos de sus subordinados aceptaron la misericordia ofrecida. El Fiel de los Días de Edentia, por solicitud de los Padres de la Constelación, presentó personalmente el plan de Mikhal para la salvación de estos rebeldes flagrantes, pero la misericordia del Hijo Creador fue siempre rechazada y rechazada con desprecio y desdén cada vez mayores.
Cualesquiera hayan sido los orígenes primeros de la desazón en los corazones de Laezrel y Sullial, la explosión final tomó la forma de la Declaración Luciferina de Libertad. La causa de los rebeldes se expresó bajo tres encabezamientos:
1. La realidad del Padre Yavin. Laezrel alegaba que el Padre Yavin en realidad no existía, que la gravedad física y la energía espacial eran inherentes al universo, y que el Padre era un mito con el objeto de retener el gobierno de la galaxia en el nombre del Padre Yavín. Negó que la personalidad fuera un don de Yavín. Aun sugirió que los finalistas estaban en confabulación con los Hijos para imponer el fraude sobre toda la creación, puesto que nunca volvían trayendo una idea muy clara de la personalidad auténtica del Padre tal como se la discierne en su morada de luz. Confundió reverencia por ignorancia. La acusación era enorme, terrible, y blasfema. Fue este ataque velado contra los finalistas el que sin duda influyó sobre los ciudadanos ascendentes por entonces en Perusem para que éstos permanecieran firmes y se mantuvieran constantes en su resistencia a todas las propuestas rebeldes.
2. El gobierno galáctico del Hijo Creador —Mikhal. Laezrel sostenía que los sistemas locales debían de ser autónomos. Protestó contra el derecho de Mikhal, el Hijo Creador, a la soberanía de Soldar en nombre de un hipotético Padre de la Luz y la exigencia de que todas las personalidades reconocieran su lealtad a este Padre invisible. Afirmó que el entero plan de adoración era un esquema sagaz para agrandar a los Hijo de Luz. Estaba dispuesto a reconocer a Mikhal como su Padre Creador, pero no como su Dios y gobernante legítimo.
Atacó con gran amargura el derecho de los Ancianos de los Días —«potentados extranjeros»— de interferir en los asuntos de los sistemas y universos locales. Denunció estos gobernantes como tiranos y usurpadores. Exhortó a sus seguidores a que creyeran que ninguno de estos gobernantes podía hacer nada para interferir en la operación de la autonomía completa si los hombres y los ángeles tenían el valor de afirmarse a sí mismos y reclamar atrevidamente sus derechos.
Sostenía que se podía impedir a los ejecutores de los Ancianos de los Días actuar en los sistemas locales si los seres nativos se atrevían a afirmar su propia independencia. Mantenía que la inmortalidad era inherente en las personalidades del sistema, que la resurrección era natural y automática, y que todos los seres vivirían eternamente salvo cuando se lo impidiesen acciones arbitrarias e injustas de los ejecutantes de los Ancianos de los Días.
3. El ataque contra el plan universal de capacitación de los mortales ascendentes. Laezrel sostenía que se gastaba demasiado tiempo y energía en el esquema de capacitar en forma tan completa a los mortales ascendentes sobre los principios de la administración del universo, principios que según él, eran poco éticos pero irracionales. Protestó contra el programa que duraba una entera edad de preparación de los mortales del espacio para un destino desconocido y señaló la presencia del cuerpo de los finalistas en Perusem como prueba de que estos mortales habían pasado edades preparándose para un destino de pura ficción. Burlonamente señaló que los finalistas habían encontrado un destino no más glorioso que el de volver a las humildes esferas similares a las de su propio origen. Sugirió que demasiada disciplina y capacitación prolongada les habían corrompido y que en realidad eran traidores de sus semejantes mortales puesto que ahora cooperaban en un esquema de esclavización de la creación entera a las ficciones de un mítico destino eterno para los mortales ascendentes. Advocó que los ascendenteros debían disfrutar de la libertad de autodeterminación individual. Desafió y condenó el entero plan de ascensión mortal tal como estaba patrocinado por los Hijos de Dios de la Luz y apoyado por el Consejo Maldek.
Y fue con una Declaración de Libertad de este tipo que Laezrel lanzó su orgía de oscuridad y muerte.
El manifiesto de Laezrel fue emitido en el cónclave anual de Hemera en el Mar de Cristal, en presencia de las huestes reunidas de Perusem, el último día del año, alrededor de doscientos mil años atrás, tiempo de Tyamath. Satanás proclamó que se podrían adorar las fuerzas universales —físicas, intelectuales y espirituales— pero que tan sólo se podrá tener lealtad al gobernante presente y actual, Laezrel, el «amigo de los hombres y de los Annu-ki» y el «Dios de la libertad». La autoaserción fue el grito de batalla de la rebelión de Laezrel. Uno de sus argumentos principales fue que, si el autogobierno era bueno y justo para los Maldek y otros grupos, debía de ser igualmente bueno para todas las órdenes de inteligencia. Fue atrevido y persistente en advocar la «igualdad de la mente» y «la hermandad de la inteligencia». Afirmaba que todo gobierno debía limitarse a los planetas locales y a su confederación voluntaria en los sistemas locales. Rechazaba toda la demás supervisión. Prometió a los Incales que gobernarían los mundos como ejecutivos supremos. Denunció la ubicación de las actividades legislativas en la sede central de la constelación y la conducta de los asuntos judiciales en la capital del universo.
Sostenía que todas estas funciones de gobierno debían estar concentradas en las capitales de los sistemas y procedió a establecer su propia asamblea legislativa y organizó sus propios tribunales bajo la jurisdicción de Sullial. Y llamó a los príncipes de los mundos apóstatas para que hicieran lo mismo. Todo el gabinete administrativo de Laezrel le siguió y todos prestaron juramento públicamente como funcionarios de la administración del nuevo jefe de «mundos y sistemas liberados». Aunque había habido dos rebeliones previas en Soldar, éstas acontecieron en constelaciones distantes. Laezrel sostenía que estas insurrecciones no habían triunfado porque la mayoría de las inteligencias fracasó en seguir a sus líderes. Opinaba que «el gobierno pertenece a las mayorías», que «la mente es infalible». La libertad que le brindaron los gobernantes universales aparentemente contribuyó a alimentar muchas de sus opiniones nefastas. Desafió a todos sus superiores; sin embargo, no parecieron tomar nota de sus acciones. Se le permitió proseguir en su plan seductor sin obstáculos ni frenos.
Todas las demoras misericordiosas de la justicia, las señaló Laezrel como prueba de la incapacidad de los Hijos de la Luz para detener la rebelión. Él desafiaba abiertamente y en forma arrogante a Mikhal, a Emhal a los Ancianos de los Días y luego señalaba el hecho de que no se había producido acción alguna, como prueba positiva de la impotencia de los gobiernos galácticos. Quabriel estaba presente personalmente a lo largo de todos estos procedimientos desleales y tan sólo anunció que él, a su debido tiempo, hablaría por Mikhal, y que todos los seres tendrían libertad y no serían molestados en su elección; que el «gobierno de los Hijos en nombre del Padre tan sólo deseaba lealtad y devoción voluntarias, sinceras y a prueba de sofismas». Se le permitió a Laezrel establecer completamente y organizar totalmente su gobierno rebelde, antes de que Quabriel hiciera esfuerzo alguno por disputar su derecho a la secesión ni por contrarrestar la propaganda rebelde. Pero los Padres de la Constelación inmediatamente confinaron la acción de estas personalidades desleales al sistema de Hemera. Sin embargo, esta demora fue un período de gran prueba y comprueba para los seres leales de toda Hemera. Durante varios años todo fue caótico, y hubo gran confusión en los mundos de estancia.
Cuando estalló la rebelión de Hemera, Mikhal se aconsejó con su hermano de la Luz, Emhal. Después de esta conferencia pletórica, Mikhal anunció que seguiría la misma política que había caracterizado su trato en levantamientos similares en el pasado, o sea, una actitud de no interferencia. En el momento de esta rebelión y de las dos que la precedieron no existía una autoridad soberana absoluta y personal en la constelación de Soldar. Mikhal gobernaba por derecho divino, como vicegerente del Padre Yavin, pero aún no por su propio derecho personal. No había completado su carrera de entrega; aún no se le había otorgado de «todo el poder en el cielo y en la tierra».
Desde el momento en que estalló la rebelión hasta el día de su coronación como soberano gobernante de Soldar, Mikhal no interfirió jamás con las fuerzas rebeldes de Laezrel; se les permitió a éstas seguir un curso libre por casi doscientos mil años del tiempo terrestre. Mikhal tiene ahora amplio poder y autoridad para tratar pronta y aun sumariamente tales estallidos de deslealtad, pero no creemos que esta autoridad soberana le conduzca a actuar en forma diferente si se produce otro levantamiento semejante. Puesto que Mikhal eligió mantenerse al margen de la actividad de guerra de la rebelión de Lucifer, Quabriel convocó su séquito personal en Edentia y, por consejo de los Altísimos, eligió asumir el mando de las huestes leales de Hemera. Mikhal permaneció en Soldar mientras que Quabriel prosiguió a Perusem, y estableciéndose en la esfera dedicada al Padre —el mismo Padre Yavin cuya personalidad Laezrel y Sullial ponían en duda—, en la presencia de las huestes reunidas de las personalidades leales, izó la bandera de Mikhal, el emblema material del gobierno Trinitario de toda la creación, los tres círculos concéntricos azules sobre un fondo blanco.
El emblema de Laezrel era una bandera blanca con un círculo rojo, en el centro del cual aparecía un sólido círculo negro. «Había guerra en los cielos; el comandante de Mikhal y sus ángeles lucharon contra el dragón (Laezrel, Sullial y los príncipes apóstatas); y el dragón y sus ángeles rebeldes lucharon pero no prevalecieron». Esta «guerra en los cielos» no fue una batalla física tal como se la puede concebir en la Tierra. En los primeros días de la lucha Laezrel permaneció continuamente en el anfiteatro planetario. Quabriel condujo una exposición incesante de los sofismas rebeldes desde su sede central situada en las cercanías. Las varias personalidades presentes en la esfera que tuvieran duda en cuanto a su actitud se trasladaban de uno a otro sitio, escuchando las disertaciones hasta llegar a una decisión final. Pero esta guerra en los cielos fue muy terrible y muy real. Aunque no exhibía ninguna de las barbaridades tan características de la guerra física en los mundos inmaduros, este conflicto era mucho más mortífero; la vida material corre peligro en el combate material, pero la guerra en los cielos se peleó en términos de vida eterna. Hubo muchas acciones nobles e inspiradoras de devoción y lealtad que realizaron numerosas personalidades durante el período que cursó entre el estallido de las hostilidades y la llegada del nuevo gobernante del sistema y de su séquito. Pero la más emocionante de todas estas hazañas valerosas de devoción fue la valiente conducta de Manotia, el segundo en la línea de mando de los serafines de la sede central de Hemera.
Cuando estalló la rebelión en Perusem, el jefe de las huestes seráficas abrazó la causa de Laezrel. Esto indudablemente explica por qué un número tan grande de la cuarta orden, los serafines administradores del sistema, se descarrió. El líder seráfico estaba espiritualmente cegado por la personalidad brillante de Laezrel; sus maneras encantadoras fascinaban a las órdenes más bajas de seres celestiales. Simplemente no podían comprender que fuese posible que una personalidad tan deslumbrante errara. No hace mucho tiempo, al describir las experiencias asociadas con el comienzo de la rebelión de Laezrel, Manotia dijo: «Pero el momento más embriagante fue la emocionante aventura relacionada con la rebelión de Laezrel cuando, en mi calidad de segundo comandante seráfico, me negué a participar en el proyecto de agravio a Mikhal; y los poderosos rebeldes intentaron destruirme por medio de las fuerzas de enlace que habían formado. Hubo un tremendo levantamiento en Perusem, pero ni uno de los Annu-ki leales sufrió daño.
«Habiendo sido automáticamente despedidos de los circuitos de la constelación por la secesión de Laezrel, dependíamos de la lealtad de nuestro cuerpo de información, que trasmitía los llamados de ayuda a Edentia desde el sistema cercano de Rantulia; y hallamos que el reino del orden, el intelecto de la lealtad, y el espíritu de la verdad eran inherentemente triunfadores sobre la rebelión, la autoaserción, y la así llamada libertad personal; pudimos proseguir hasta la llegada del nuevo Soberano del Sistema, el valioso sucesor de Laezrel. Inmediatamente después de ello, fui asignado al cuerpo de los síndicos Maldek de Tyamath, tomando jurisdicción sobre las órdenes seráficas leales en el mundo del traicionero Kallios, que había proclamado que su esfera formaba parte del sistema de nuevo proyecto de ‘mundos liberados y personalidades emancipadas’ propuesto en la infame Declaración de Libertad emitida por Laezrel en su llamado a las ‘inteligencias amantes de la libertad, librepensadoras, y visionarias, en los mundos mal gobernados y mal administrados de Hemera’.
Este ángel aún sirve en Tyamath, actuando como jefe asociado de los Annu-ki. La rebelión de Laezrel abarcó todo el sistema. Treinta y siete Incales en secesión entregaron las administraciones de sus mundos a las filas del archirrebelde. Sólo en Panoptia el Incal fracasó en arrastrar a su pueblo a la rebelión. En este mundo, bajo la guía de los Maldek el pueblo se congregó en apoyo de Mikhal. Elanora, una joven de ese reino mortal, tomó el liderazgo de las razas humanas, y ni una sola alma de ese mundo trastornado por las luchas se enlistó bajo la bandera de Laezrel. Y desde aquel entonces, estos leales panoptianos han servido en el séptimo mundo de transición de Perusem como cuidadores y constructores en la esfera del Padre Yavin y en sus siete mundos de detención que la rodean. Los panoptianos no sólo actúan como custodios literales de estos mundos, sino que también ejecutan las órdenes personales de Mikhal para el embellecimiento de estas esferas para una utilización desconocida del futuro. Hacen este trabajo mientras se detienen ahí, en el camino a Edentia.
Durante todo este período, Kallios advocaba la causa de Laezrel en Tyamath. Los Maldek se opusieron hábilmente al apóstata Incal, pero los sofismas de la libertad sin frenos y las ilusiones de la autoaserción tuvieron todas las oportunidades para engañar a los pueblos primitivos de un mundo joven y no desarrollado. La propaganda para la secesión hubo de llevarse a cabo mediante el esfuerzo personal, porque se había suspendido el servicio de emisión y todas las demás avenidas de comunicación interplanetaria por acción de los supervisores de los circuitos del sistema. En el momento del estallido de la insurrección, todo el sistema de Hemera fue aislado de los circuitos de la constelación y también los del universo. Durante este período, todos los mensajes que llegaban y salían eran despachados por agentes seráficos y Mensajeros Solitarios. Los circuitos a los mundos caídos también estaban cortados, de modo que Lucifer no podía utilizar esta avenida para fomentar su esquema nefasto. Y mientras el archirrebelde viva dentro de los confines de Hemera no se volverán a establecer estos circuitos.
Ésta fue una rebelión Bozzok. Las órdenes más altas de filiación de la galaxia no se unieron a la secesión de Laezrel, aunque algunos de los Portadores de Vida estacionados en los planetas rebeldes estuvieron un tanto influidos por la rebelión de los príncipes desleales. Ninguno de los Hijos Trinidizados se descarrió. Los Maldek, los arcángeles y las Estrellas Brillantes Vespertinas se mantuvieron todos leales a Mikhal y, con Quabriel, lucharon valientemente por la voluntad del Padre Yavin y el gobierno del Hijo. De la orden suprema de los serafines, no se perdió ni un solo Annu-ki, pero un grupo considerable de la orden siguiente, la orden superior, fue engañado y engatusado. Del mismo modo se descarriaron algunos de la orden tercera o supervisora de ángeles. Pero el colapso terrible se produjo en el cuarto grupo, los ángeles administradores, o sea los serafines que están normalmente asignados al servicio de las capitales de los sistemas. Manotia salvó a casi dos tercios de ellos, pero un poco más de un tercio siguieron a su jefe uniéndose a las filas rebeldes. Un tercio de todos los querubines de Perusem vinculados a los ángeles administradores se perdieron con sus serafines desleales. De los auxiliares angélicos planetarios, los asignados a los Hijos Materiales, aproximadamente un tercio fueron engañados, y casi diez por ciento de los ministros de transición fueron engatusados. Juan vio esto simbólicamente cuando escribió del gran dragón rojo, diciendo: «Y su cola atrajo a una tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó a la obscuridad».
En muchos aspectos esta rebelión fue la más desastrosa y de mayor magnitud de todos estos sucesos en Hemera. Hubo más personalidades comprometidas en esta insurrección que en las otras dos juntas. Es deshonor eterno para ellos que los emisarios de Laezrel y Sullial no exceptuaron las guarderías de capacitación de infantes en el planeta cultural finalista, sino que más bien intentaron corromper estas mentes en desarrollo misericordiosamente salvadas de los mundos evolucionarios. Los mortales ascendentes eran vulnerables, pero resistieron a los sofismas de la rebelión mejor que los espíritus más bajos. Aunque cayeron muchos en los mundos de estancia más bajos, aquellos que no habían logrado la fusión final con sus conciencias, está registrado para gloria de la sabiduría del esquema de ascensión que ni uno solo de los integrantes de la ciudadanía ascendente de Hemera residentes en Perusem participó en la rebelión de Laezrel.
Hora tras hora y día tras día las estaciones emisoras de todo Soldar estaban repletas de ansiosos observadores de toda clase imaginable de inteligencias celestiales, que examinaban ávidamente los boletines sobre la rebelión de Hemera y se regocijaban al oír narrar continuamente los informes de la lealtad inflexible de los mortales ascendentes que, bajo el liderazgo Maldek, triunfaron en su resistencia a los esfuerzos combinados y prolongados de todas las sutiles fuerzas del mal que tan rápidamente se habían congregado bajo el estandarte de la secesión y el pecado. Pasaron más de dos años de tiempo del sistema entre el comienzo de la «guerra en los cielos» y la instalación del sucesor de Laezrel. Pero finalmente llegó el nuevo Soberano al Mar de Cristal con su séquito. Me encontraba entre las reservas movilizadas en Edentia por Quabriel, y recuerdo bien el primer mensaje de Lando al Padre de la Constelación de Soldar. Decía: «No se ha perdido un solo ciudadano de Perusem. Todos los mortales ascendentes sobrevivieron la dura prueba y surgieron de la comprueba crucial triunfadores y victoriosos». Y este mensaje llegó a Soldar, transmitiendo la certidumbre de que la experiencia de sobrevivir en la ascensión mortal es la mayor protección contra la rebelión y la salvaguardia más segura contra el pecado. Con la llegada de Lando los archirrebeldes fueron derrocados y privados de todo poder gobernante, aunque se les permitió movilizarse libremente por Perusem, las esferas arquitectónicas, y aun los distintos mundos habitados. Ellos continuaron sus esfuerzos de decepción y seducción para confundir y descarriar las mentes de los hombres y de los ángeles. Pero en cuanto a su tarea en el monte administrativo de Perusem, «no se halló ya lugar para ellos».
Aunque Laezrel fue privado de toda autoridad administrativa en Hemera, no existía por aquel entonces ningún poder ni tribunal del Soldar que pudiese detener o destruir a este maligno rebelde; en aquella época Micael no era un gobernante soberano. Los Ancianos de los Días apoyaron a los Padres de la Constelación en la toma del gobierno del sistema, pero no han emitido jamás ninguna decisión subsiguiente en las muchas apelaciones aún pendientes respecto del estado presente y de la disposición futura de Laezrel, Sullial y sus asociados. Así pues, estos archirrebeldes pudieron deambular por todo el sistema en busca de la incursión ulterior de sus doctrinas de descontento y autoaserción. Pero en casi doscientos mil años terrestres han sido incapaces de engañar a otro mundo. No se ha perdido ningún mundo de Hemera desde la caída de los treinta y siete, ni siquiera aquellos mundos más jóvenes que fueron poblados después del día de la rebelión.
En los primeros días de la rebelión de Laezrel, Mikhal ofreció salvación a todos los rebeldes. A todos los que demostraran un arrepentimiento sincero, ofreció, en cuanto llegara a la completa soberanía universal, perdón y restablecimiento a alguna forma de servicio universal. Ninguno de los líderes aceptó esta oferta misericordiosa. Pero miles de los ángeles y las órdenes inferiores de los seres celestiales, incluyendo a cientos de Hijos e Hijas Materiales, aceptaron la misericordia proclamada por los panoptianos. Pero durante muchas edades los siete mundos de prisión de la oscuridad espiritual en Hemera han constituido una advertencia solemne para todo Soldar, que proclama elocuente y eficazmente la gran verdad de que «el camino del transgresor es duro»; que «cada pecado encierra la semilla de su propia destrucción»; que «la paga del pecado es muerte».
Y existe una compensación para estas tribulaciones, demoras y desencantos que invariablemente acompañan al pecado de la rebelión. De las muchas repercusiones valiosas de la rebelión de Laezrel que podrían mencionarse, tan sólo llamaré la atención sobre las carreras enaltecidas de aquellos mortales ascendentes, los ciudadanos de Perusem, que, por resistir a los sofismas del pecado, se colocaron en línea para volverse futuros Mensajeros Poderosos, semejantes a mi propia orden. Todo ser que pudo resistir ese episodio malvado inmediatamente avanzó su estado administrativo y elevó su valor espiritual hacia destinos más justos y mejores.

RECOPILACIÓN DE CUENTOS Y POESÍA PUBLICADA POR COMUNICARTE EDITORES 2014


Sigue el camino de tu vida procurando que cada uno de tus pasos sea verdaderamente tuyo, y sus huellas no sean borradas por el agua en la arena del olvido

Jorge Buckingham (1972)
Embajador Universal de la Paz,  Francia-Suiza 2018