Laezrel era un brillante Annu-ki primario de Hemera.
Había servido en muchos otros sistemas, había sido un consejero elevado de su
grupo, y se distinguía por su sabiduría, sagacidad y eficiencia. Lucero, o sea,
Laezrel era el número 37 de su orden, y cuando fue comisionado por el Consejo
Maldek, se le distinguió como una de las cien personalidades más hábiles y
brillantes entre más de setecientos mil de su tipo. Desde comienzos tan
magníficos, a través del mal y del error, abrazó el pecado y ahora se lo numera
como uno de los tres Soberanos del Sistema Hemera en la galaxia que sucumbieron
al impulso del yo y se rindieron a los sofismas de la libertad personal espuria
—el rechazo de la lealtad universal y el descuido de las obligaciones
fraternales, la ceguera a las relaciones cósmicas. En la galaxia Soldar, el
dominio de Mikhal, hay diez mil sistemas de mundos habitados. En toda la historia
de los Annu-ki, en todo su trabajo a través de estos miles de sistemas y en la sede
central de la galaxia, tan sólo tres Soberanos de los Sistemas han sido
hallados en desacato al gobierno de Mikhal.
Laezrel no era un ser ascendente; fue un Hijo creado
de Soldar, y de él se dijo: «Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en
que fuiste creado hasta que se halló en ti injusticia». Muchas veces había
estado en consejo con los Altísimos de Edentia. Y Laezrel reinaba «sobre la
montaña sagrada de Dios», la montaña administrativa de Perusem, porque era el
ejecutivo en jefe de un gran sistema de muchos mundos habitados. Laezrel era un
ser magnífico, una personalidad brillante; estaba junto a los Padres Altísimos
de la constelación en la línea directa de la autoridad universal. A pesar de la
transgresión de Laezrel, antes de la entrega de Mikhal en la Madre Tierra, las
inteligencias subordinadas evitaron faltarle al respeto y desdeñarlo. Aun el
arcángel de Mikhal, «no emitió juicio contra él, sino que simplemente dijo: ‘el
Juez te reprenda’». El juicio en tales asuntos pertenece a los Aidar, los
gobernantes de la galaxia.
Laezrel era el Soberano caído y depuesto de Hemera. La
autocontemplación es sumamente desastrosa, aun para las personalidades excelsas
del mundo celestial. De Laezrel se dijo: «Tu corazón se enalteció por tu
hermosura; tu esplendor corrompió tu sabiduría». Un antiguo profeta vio este
triste estado cuando escribió: «¡Cómo caíste de los cielos, O Lucero, hijo de
la mañana! ¡Cómo has sido derribado, tú que te atreviste a confundir a los
mundos!».
Muy poco se oyó acerca de Laezrel en Tyamath debido al
hecho de que asignó a su primer ayudante, Sullial, para abogar por su causa en
vuestro planeta. Sullial formaba parte del mismo grupo primario de Annu-ki pero
no había actuado nunca como Soberano del Sistema; participó plenamente en la
insurrección de Laezrel. El «oscuro» no era sino Kallios, el Incal depuesto de
Tyamath y un Hijo de la orden secundaria de Annu-ki. Cuando Mikhal estaba en
Tyamath en la carne, Laezrel, Sullial y Kallios se aliaron para precipitar el
fracaso de la misión de entrega. Pero claramente fracasaron. Abadón era el jefe
del séquito de Kallios. Siguió a su jefe en la rebelión y desde entonces ha
actuado como jefe ejecutivo de los rebeldes de Tyamath. Baalzu era el líder de
los seres intermedios desleales que se aliaron con las fuerzas del traicionero
Kallios.
El dragón se volvió finalmente la representación
simbólica de todos estos personajes malvados. Cuando triunfó Mikhal, «Quabriel
bajó de Hemera y encadenó al dragón (todos los líderes rebeldes) por una edad».
De los rebeldes seráficos de Persuem se ha escrito: «Y a los Annu-ki que no
mantuvieron su estado primario sino que abandonaron su propia morada, aseguró
con fuertes cadenas de oscuridad hasta el juicio del gran día». Laezrel y su
primer asistente, Sullial, habían reinado en Perusem por más de quinientos mil
años cuando en su corazón comenzaron a alinearse contra el Padre Yavin y su
Hijo Mikhal por entonces vicegerente. No existían en el sistema de Hemera
condiciones peculiares o especiales que sugiriesen o favoreciesen la rebelión.
Se cree que la idea se originó y formó en la mente de Laezrel, y que pudo haber
instigado dicha rebelión sin importar donde estuviera estacionado. Laezrel anunció
primero sus planes a Sullial, pero se requirieron varios meses para que éste se
convirtiera a las teorías rebeldes, se volvió un defensor atrevido y entusiasta
de la «la autoaserción y libertad».
Nadie jamás le sugirió a Laezrel la idea de una
rebelión. La idea de la autoaserción, en oposición a la voluntad de Mikhal y a
los planes del Padre Yavin, tal como los presentaba Mikhal, tuvo origen en su
propia mente. Sus relaciones con el Hijo Creador habían sido íntimas y siempre
cordiales. En ningún momento antes de la exaltación de su propia mente expresó
Laezrel abiertamente falta de satisfacción respecto de la administración del
universo. A pesar de su silencio, por más de cien años del tiempo estándar, el
Unión de los Días había estado proyectando con hologramas que no reinaba
completamente la paz en la mente de Laerzel. Esta información también fue
comunicada al Hijo Creador y a los Padres de la Soldar. A lo largo de este
período Laezrel se volvió cada vez más crítico del plan total de la
administración de la galaxia, pero siempre profesó lealtad sincera a los
Gobernantes Supremos. Su primera deslealtad abierta se manifestó con motivo de
una visita de Quabriel a Perusem, apenas unos pocos días antes de la
proclamación abierta de la Declaración Laezreliana de Libertad. Quabriel tan
profundamente se impresionó por la certidumbre de una ruptura próxima que se
dirigió directamente a Edentia para conferenciar con los Padres de la
Constelación sobre las medidas a emplear en el caso de una rebelión abierta.
Es muy difícil señalar la causa o las causas exactas
que finalmente culminaron en la rebelión de Laezrel. Tan sólo estamos seguros
de una cosa, y eso es: sean cuales fueren estos comienzos, tuvieron origen en
la mente de Laezrel. Debe haber existido una vanagloria del yo que se alimentó
hasta el punto del autoengaño, de modo que Laezrel, durante un período,
verdaderamente se convenció de que su idea rebelde realmente redundaría en el
bien del sistema, si no de la galaxia entero. Para cuando sus planes ya le
habían llevado al desencanto, sin duda estaba demasiado metido como para que su
orgullo original y dañino le permitiese detenerse. En algún momento durante
esta experiencia se volvió insincero, y el mal evolucionó en pecado deliberado
y volitivo. El hecho de que así fue se comprueba por la conducta subsiguiente
de este brillante ejecutivo. Durante mucho tiempo se le ofreció la oportunidad
de arrepentirse, pero tan sólo algunos de sus subordinados aceptaron la
misericordia ofrecida. El Fiel de los Días de Edentia, por solicitud de los
Padres de la Constelación, presentó personalmente el plan de Mikhal para la
salvación de estos rebeldes flagrantes, pero la misericordia del Hijo Creador
fue siempre rechazada y rechazada con desprecio y desdén cada vez mayores.
Cualesquiera hayan sido los orígenes primeros de la
desazón en los corazones de Laezrel y Sullial, la explosión final tomó la forma
de la Declaración Luciferina de Libertad. La causa de los rebeldes se expresó
bajo tres encabezamientos:
1. La realidad del Padre Yavin. Laezrel
alegaba que el Padre Yavin en realidad no existía, que la gravedad física y la
energía espacial eran inherentes al universo, y que el Padre era un mito con el
objeto de retener el gobierno de la galaxia en el nombre del Padre Yavín. Negó
que la personalidad fuera un don de Yavín. Aun sugirió que los finalistas
estaban en confabulación con los Hijos para imponer el fraude sobre toda la
creación, puesto que nunca volvían trayendo una idea muy clara de la
personalidad auténtica del Padre tal como se la discierne en su morada de luz.
Confundió reverencia por ignorancia. La acusación era enorme, terrible, y
blasfema. Fue este ataque velado contra los finalistas el que sin duda influyó
sobre los ciudadanos ascendentes por entonces en Perusem para que éstos
permanecieran firmes y se mantuvieran constantes en su resistencia a todas las
propuestas rebeldes.
2. El gobierno galáctico del Hijo Creador
—Mikhal. Laezrel sostenía que los sistemas locales debían de ser
autónomos. Protestó contra el derecho de Mikhal, el Hijo Creador, a la
soberanía de Soldar en nombre de un hipotético Padre de la Luz y la exigencia
de que todas las personalidades reconocieran su lealtad a este Padre invisible.
Afirmó que el entero plan de adoración era un esquema sagaz para agrandar a los
Hijo de Luz. Estaba dispuesto a reconocer a Mikhal como su Padre Creador, pero
no como su Dios y gobernante legítimo.
Atacó con gran amargura el derecho de los Ancianos de
los Días —«potentados extranjeros»— de interferir en los asuntos de los sistemas
y universos locales. Denunció estos gobernantes como tiranos y usurpadores.
Exhortó a sus seguidores a que creyeran que ninguno de estos gobernantes podía
hacer nada para interferir en la operación de la autonomía completa si los
hombres y los ángeles tenían el valor de afirmarse a sí mismos y reclamar
atrevidamente sus derechos.
Sostenía que se podía impedir a los ejecutores de los
Ancianos de los Días actuar en los sistemas locales si los seres nativos se
atrevían a afirmar su propia independencia. Mantenía que la inmortalidad era
inherente en las personalidades del sistema, que la resurrección era natural y
automática, y que todos los seres vivirían eternamente salvo cuando se lo
impidiesen acciones arbitrarias e injustas de los ejecutantes de los Ancianos
de los Días.
3. El ataque contra el plan
universal de capacitación de los mortales ascendentes. Laezrel
sostenía que se gastaba demasiado tiempo y energía en el esquema de capacitar
en forma tan completa a los mortales ascendentes sobre los principios de la
administración del universo, principios que según él, eran poco éticos pero
irracionales. Protestó contra el programa que duraba una entera edad de
preparación de los mortales del espacio para un destino desconocido y señaló la
presencia del cuerpo de los finalistas en Perusem como prueba de que estos
mortales habían pasado edades preparándose para un destino de pura ficción.
Burlonamente señaló que los finalistas habían encontrado un destino no más
glorioso que el de volver a las humildes esferas similares a las de su propio
origen. Sugirió que demasiada disciplina y capacitación prolongada les habían
corrompido y que en realidad eran traidores de sus semejantes mortales puesto
que ahora cooperaban en un esquema de esclavización de la creación entera a las
ficciones de un mítico destino eterno para los mortales ascendentes. Advocó que
los ascendenteros debían disfrutar de la libertad de autodeterminación
individual. Desafió y condenó el entero plan de ascensión mortal tal como
estaba patrocinado por los Hijos de Dios de la Luz y apoyado por el Consejo
Maldek.
Y fue con una Declaración de Libertad de este tipo que
Laezrel lanzó su orgía de oscuridad y muerte.
El manifiesto de Laezrel fue emitido en el cónclave
anual de Hemera en el Mar de Cristal, en presencia de las huestes reunidas de Perusem,
el último día del año, alrededor de doscientos mil años atrás, tiempo de
Tyamath. Satanás proclamó que se podrían adorar las fuerzas universales
—físicas, intelectuales y espirituales— pero que tan sólo se podrá tener
lealtad al gobernante presente y actual, Laezrel, el «amigo de los hombres y de
los Annu-ki» y el «Dios de la libertad». La autoaserción fue el grito de batalla
de la rebelión de Laezrel. Uno de sus argumentos principales fue que, si el autogobierno
era bueno y justo para los Maldek y otros grupos, debía de ser igualmente bueno
para todas las órdenes de inteligencia. Fue atrevido y persistente en advocar
la «igualdad de la mente» y «la hermandad de la inteligencia». Afirmaba que
todo gobierno debía limitarse a los planetas locales y a su confederación
voluntaria en los sistemas locales. Rechazaba toda la demás supervisión. Prometió
a los Incales que gobernarían los mundos como ejecutivos supremos. Denunció la
ubicación de las actividades legislativas en la sede central de la constelación
y la conducta de los asuntos judiciales en la capital del universo.
Sostenía que todas estas funciones de gobierno debían
estar concentradas en las capitales de los sistemas y procedió a establecer su
propia asamblea legislativa y organizó sus propios tribunales bajo la
jurisdicción de Sullial. Y llamó a los príncipes de los mundos apóstatas para
que hicieran lo mismo. Todo el gabinete administrativo de Laezrel le siguió y
todos prestaron juramento públicamente como funcionarios de la administración
del nuevo jefe de «mundos y sistemas liberados». Aunque había habido dos
rebeliones previas en Soldar, éstas acontecieron en constelaciones distantes.
Laezrel sostenía que estas insurrecciones no habían triunfado porque la mayoría
de las inteligencias fracasó en seguir a sus líderes. Opinaba que «el gobierno
pertenece a las mayorías», que «la mente es infalible». La libertad que le
brindaron los gobernantes universales aparentemente contribuyó a alimentar
muchas de sus opiniones nefastas. Desafió a todos sus superiores; sin embargo,
no parecieron tomar nota de sus acciones. Se le permitió proseguir en su plan
seductor sin obstáculos ni frenos.
Todas las demoras misericordiosas de la justicia, las
señaló Laezrel como prueba de la incapacidad de los Hijos de la Luz para
detener la rebelión. Él desafiaba abiertamente y en forma arrogante a Mikhal, a
Emhal a los Ancianos de los Días y luego señalaba el hecho de que no se había
producido acción alguna, como prueba positiva de la impotencia de los gobiernos
galácticos. Quabriel estaba presente personalmente a lo largo de todos estos
procedimientos desleales y tan sólo anunció que él, a su debido tiempo,
hablaría por Mikhal, y que todos los seres tendrían libertad y no serían
molestados en su elección; que el «gobierno de los Hijos en nombre del Padre
tan sólo deseaba lealtad y devoción voluntarias, sinceras y a prueba de
sofismas». Se le permitió a Laezrel establecer completamente y organizar
totalmente su gobierno rebelde, antes de que Quabriel hiciera esfuerzo alguno
por disputar su derecho a la secesión ni por contrarrestar la propaganda
rebelde. Pero los Padres de la Constelación inmediatamente confinaron la acción
de estas personalidades desleales al sistema de Hemera. Sin embargo, esta
demora fue un período de gran prueba y comprueba para los seres leales de toda
Hemera. Durante varios años todo fue caótico, y hubo gran confusión en los
mundos de estancia.
Cuando estalló la rebelión de Hemera, Mikhal se aconsejó
con su hermano de la Luz, Emhal. Después de esta conferencia pletórica, Mikhal
anunció que seguiría la misma política que había caracterizado su trato en
levantamientos similares en el pasado, o sea, una actitud de no interferencia. En
el momento de esta rebelión y de las dos que la precedieron no existía una
autoridad soberana absoluta y personal en la constelación de Soldar. Mikhal
gobernaba por derecho divino, como vicegerente del Padre Yavin, pero aún no por
su propio derecho personal. No había completado su carrera de entrega; aún no
se le había otorgado de «todo el poder en el cielo y en la tierra».
Desde el momento en que estalló la rebelión hasta el
día de su coronación como soberano gobernante de Soldar, Mikhal no interfirió
jamás con las fuerzas rebeldes de Laezrel; se les permitió a éstas seguir un
curso libre por casi doscientos mil años del tiempo terrestre. Mikhal tiene
ahora amplio poder y autoridad para tratar pronta y aun sumariamente tales
estallidos de deslealtad, pero no creemos que esta autoridad soberana le
conduzca a actuar en forma diferente si se produce otro levantamiento
semejante. Puesto que Mikhal eligió mantenerse al margen de la actividad de
guerra de la rebelión de Lucifer, Quabriel convocó su séquito personal en
Edentia y, por consejo de los Altísimos, eligió asumir el mando de las huestes
leales de Hemera. Mikhal permaneció en Soldar mientras que Quabriel prosiguió a
Perusem, y estableciéndose en la esfera dedicada al Padre —el mismo Padre Yavin
cuya personalidad Laezrel y Sullial ponían en duda—, en la presencia de las
huestes reunidas de las personalidades leales, izó la bandera de Mikhal, el
emblema material del gobierno Trinitario de toda la creación, los tres círculos
concéntricos azules sobre un fondo blanco.
El emblema de Laezrel era una bandera blanca con un
círculo rojo, en el centro del cual aparecía un sólido círculo negro. «Había
guerra en los cielos; el comandante de Mikhal y sus ángeles lucharon contra el
dragón (Laezrel, Sullial y los príncipes apóstatas); y el dragón y sus ángeles
rebeldes lucharon pero no prevalecieron». Esta «guerra en los cielos» no fue
una batalla física tal como se la puede concebir en la Tierra. En los primeros
días de la lucha Laezrel permaneció continuamente en el anfiteatro planetario.
Quabriel condujo una exposición incesante de los sofismas rebeldes desde su
sede central situada en las cercanías. Las varias personalidades presentes en
la esfera que tuvieran duda en cuanto a su actitud se trasladaban de uno a otro
sitio, escuchando las disertaciones hasta llegar a una decisión final. Pero
esta guerra en los cielos fue muy terrible y muy real. Aunque no exhibía
ninguna de las barbaridades tan características de la guerra física en los
mundos inmaduros, este conflicto era mucho más mortífero; la vida material
corre peligro en el combate material, pero la guerra en los cielos se peleó en
términos de vida eterna. Hubo muchas acciones nobles e inspiradoras de devoción
y lealtad que realizaron numerosas personalidades durante el período que cursó
entre el estallido de las hostilidades y la llegada del nuevo gobernante del
sistema y de su séquito. Pero la más emocionante de todas estas hazañas
valerosas de devoción fue la valiente conducta de Manotia, el segundo en la
línea de mando de los serafines de la sede central de Hemera.
Cuando estalló la rebelión en Perusem, el jefe de las
huestes seráficas abrazó la causa de Laezrel. Esto indudablemente explica por
qué un número tan grande de la cuarta orden, los serafines administradores del
sistema, se descarrió. El líder seráfico estaba espiritualmente cegado por la personalidad
brillante de Laezrel; sus maneras encantadoras fascinaban a las órdenes más
bajas de seres celestiales. Simplemente no podían comprender que fuese posible
que una personalidad tan deslumbrante errara. No hace mucho tiempo, al
describir las experiencias asociadas con el comienzo de la rebelión de Laezrel,
Manotia dijo: «Pero el momento más embriagante fue la emocionante aventura
relacionada con la rebelión de Laezrel cuando, en mi calidad de segundo
comandante seráfico, me negué a participar en el proyecto de agravio a Mikhal;
y los poderosos rebeldes intentaron destruirme por medio de las fuerzas de
enlace que habían formado. Hubo un tremendo levantamiento en Perusem, pero ni
uno de los Annu-ki leales sufrió daño.
«Habiendo sido automáticamente despedidos de los
circuitos de la constelación por la secesión de Laezrel, dependíamos de la
lealtad de nuestro cuerpo de información, que trasmitía los llamados de ayuda a
Edentia desde el sistema cercano de Rantulia; y hallamos que el reino del
orden, el intelecto de la lealtad, y el espíritu de la verdad eran
inherentemente triunfadores sobre la rebelión, la autoaserción, y la así
llamada libertad personal; pudimos proseguir hasta la llegada del nuevo
Soberano del Sistema, el valioso sucesor de Laezrel. Inmediatamente después de
ello, fui asignado al cuerpo de los síndicos Maldek de Tyamath, tomando
jurisdicción sobre las órdenes seráficas leales en el mundo del traicionero
Kallios, que había proclamado que su esfera formaba parte del sistema de nuevo
proyecto de ‘mundos liberados y personalidades emancipadas’ propuesto en la infame
Declaración de Libertad emitida por Laezrel en su llamado a las ‘inteligencias
amantes de la libertad, librepensadoras, y visionarias, en los mundos mal
gobernados y mal administrados de Hemera’.
Este ángel aún sirve en Tyamath, actuando como jefe asociado
de los Annu-ki. La rebelión de Laezrel abarcó todo el sistema. Treinta y siete
Incales en secesión entregaron las administraciones de sus mundos a las filas
del archirrebelde. Sólo en Panoptia el Incal fracasó en arrastrar a su pueblo a
la rebelión. En este mundo, bajo la guía de los Maldek el pueblo se congregó en
apoyo de Mikhal. Elanora, una joven de ese reino mortal, tomó el liderazgo de
las razas humanas, y ni una sola alma de ese mundo trastornado por las luchas
se enlistó bajo la bandera de Laezrel. Y desde aquel entonces, estos leales
panoptianos han servido en el séptimo mundo de transición de Perusem como
cuidadores y constructores en la esfera del Padre Yavin y en sus siete mundos
de detención que la rodean. Los panoptianos no sólo actúan como custodios
literales de estos mundos, sino que también ejecutan las órdenes personales de
Mikhal para el embellecimiento de estas esferas para una utilización
desconocida del futuro. Hacen este trabajo mientras se detienen ahí, en el
camino a Edentia.
Durante todo este período, Kallios advocaba la causa
de Laezrel en Tyamath. Los Maldek se opusieron hábilmente al apóstata Incal,
pero los sofismas de la libertad sin frenos y las ilusiones de la autoaserción
tuvieron todas las oportunidades para engañar a los pueblos primitivos de un
mundo joven y no desarrollado. La propaganda para la secesión hubo de llevarse
a cabo mediante el esfuerzo personal, porque se había suspendido el servicio de
emisión y todas las demás avenidas de comunicación interplanetaria por acción
de los supervisores de los circuitos del sistema. En el momento del estallido
de la insurrección, todo el sistema de Hemera fue aislado de los circuitos de
la constelación y también los del universo. Durante este período, todos los
mensajes que llegaban y salían eran despachados por agentes seráficos y
Mensajeros Solitarios. Los circuitos a los mundos caídos también estaban
cortados, de modo que Lucifer no podía utilizar esta avenida para fomentar su
esquema nefasto. Y mientras el archirrebelde viva dentro de los confines de
Hemera no se volverán a establecer estos circuitos.
Ésta fue una rebelión Bozzok. Las órdenes más altas de
filiación de la galaxia no se unieron a la secesión de Laezrel, aunque algunos
de los Portadores de Vida estacionados en los planetas rebeldes estuvieron un
tanto influidos por la rebelión de los príncipes desleales. Ninguno de los
Hijos Trinidizados se descarrió. Los Maldek, los arcángeles y las Estrellas
Brillantes Vespertinas se mantuvieron todos leales a Mikhal y, con Quabriel,
lucharon valientemente por la voluntad del Padre Yavin y el gobierno del Hijo. De
la orden suprema de los serafines, no se perdió ni un solo Annu-ki, pero un
grupo considerable de la orden siguiente, la orden superior, fue engañado y
engatusado. Del mismo modo se descarriaron algunos de la orden tercera o
supervisora de ángeles. Pero el colapso terrible se produjo en el cuarto grupo,
los ángeles administradores, o sea los serafines que están normalmente
asignados al servicio de las capitales de los sistemas. Manotia salvó a casi
dos tercios de ellos, pero un poco más de un tercio siguieron a su jefe
uniéndose a las filas rebeldes. Un tercio de todos los querubines de Perusem
vinculados a los ángeles administradores se perdieron con sus serafines
desleales. De los auxiliares angélicos planetarios, los asignados a los Hijos
Materiales, aproximadamente un tercio fueron engañados, y casi diez por ciento
de los ministros de transición fueron engatusados. Juan vio esto simbólicamente
cuando escribió del gran dragón rojo, diciendo: «Y su cola atrajo a una tercera
parte de las estrellas del cielo y las lanzó a la obscuridad».
En muchos aspectos esta rebelión fue la más desastrosa
y de mayor magnitud de todos estos sucesos en Hemera. Hubo más personalidades
comprometidas en esta insurrección que en las otras dos juntas. Es deshonor
eterno para ellos que los emisarios de Laezrel y Sullial no exceptuaron las
guarderías de capacitación de infantes en el planeta cultural finalista, sino
que más bien intentaron corromper estas mentes en desarrollo
misericordiosamente salvadas de los mundos evolucionarios. Los mortales
ascendentes eran vulnerables, pero resistieron a los sofismas de la rebelión
mejor que los espíritus más bajos. Aunque cayeron muchos en los mundos de
estancia más bajos, aquellos que no habían logrado la fusión final con sus
conciencias, está registrado para gloria de la sabiduría del esquema de
ascensión que ni uno solo de los integrantes de la ciudadanía ascendente de
Hemera residentes en Perusem participó en la rebelión de Laezrel.
Hora tras hora y día tras día las estaciones emisoras
de todo Soldar estaban repletas de ansiosos observadores de toda clase
imaginable de inteligencias celestiales, que examinaban ávidamente los boletines
sobre la rebelión de Hemera y se regocijaban al oír narrar continuamente los
informes de la lealtad inflexible de los mortales ascendentes que, bajo el
liderazgo Maldek, triunfaron en su resistencia a los esfuerzos combinados y
prolongados de todas las sutiles fuerzas del mal que tan rápidamente se habían
congregado bajo el estandarte de la secesión y el pecado. Pasaron más de dos
años de tiempo del sistema entre el comienzo de la «guerra en los cielos» y la
instalación del sucesor de Laezrel. Pero finalmente llegó el nuevo Soberano al
Mar de Cristal con su séquito. Me encontraba entre las reservas movilizadas en
Edentia por Quabriel, y recuerdo bien el primer mensaje de Lando al Padre de la
Constelación de Soldar. Decía: «No se ha perdido un solo ciudadano de Perusem.
Todos los mortales ascendentes sobrevivieron la dura prueba y surgieron de la
comprueba crucial triunfadores y victoriosos». Y este mensaje llegó a Soldar,
transmitiendo la certidumbre de que la experiencia de sobrevivir en la
ascensión mortal es la mayor protección contra la rebelión y la salvaguardia
más segura contra el pecado. Con la llegada de Lando los archirrebeldes fueron
derrocados y privados de todo poder gobernante, aunque se les permitió movilizarse
libremente por Perusem, las esferas arquitectónicas, y aun los distintos mundos
habitados. Ellos continuaron sus esfuerzos de decepción y seducción para
confundir y descarriar las mentes de los hombres y de los ángeles. Pero en
cuanto a su tarea en el monte administrativo de Perusem, «no se halló ya lugar
para ellos».
Aunque Laezrel fue privado de toda autoridad
administrativa en Hemera, no existía por aquel entonces ningún poder ni
tribunal del Soldar que pudiese detener o destruir a este maligno rebelde; en
aquella época Micael no era un gobernante soberano. Los Ancianos de los Días
apoyaron a los Padres de la Constelación en la toma del gobierno del sistema,
pero no han emitido jamás ninguna decisión subsiguiente en las muchas
apelaciones aún pendientes respecto del estado presente y de la disposición
futura de Laezrel, Sullial y sus asociados. Así pues, estos archirrebeldes
pudieron deambular por todo el sistema en busca de la incursión ulterior de sus
doctrinas de descontento y autoaserción. Pero en casi doscientos mil años
terrestres han sido incapaces de engañar a otro mundo. No se ha perdido ningún
mundo de Hemera desde la caída de los treinta y siete, ni siquiera aquellos
mundos más jóvenes que fueron poblados después del día de la rebelión.
En los primeros días de la rebelión de Laezrel, Mikhal
ofreció salvación a todos los rebeldes. A todos los que demostraran un
arrepentimiento sincero, ofreció, en cuanto llegara a la completa soberanía
universal, perdón y restablecimiento a alguna forma de servicio universal.
Ninguno de los líderes aceptó esta oferta misericordiosa. Pero miles de los
ángeles y las órdenes inferiores de los seres celestiales, incluyendo a cientos
de Hijos e Hijas Materiales, aceptaron la misericordia proclamada por los
panoptianos. Pero durante muchas edades los siete mundos de prisión de la
oscuridad espiritual en Hemera han constituido una advertencia solemne para
todo Soldar, que proclama elocuente y eficazmente la gran verdad de que «el
camino del transgresor es duro»; que «cada pecado encierra la semilla de su
propia destrucción»; que «la paga del pecado es muerte».
Y existe una compensación para estas tribulaciones, demoras y
desencantos que invariablemente acompañan al pecado de la rebelión. De las
muchas repercusiones valiosas de la rebelión de Laezrel que podrían mencionarse,
tan sólo llamaré la atención sobre las carreras enaltecidas de aquellos
mortales ascendentes, los ciudadanos de Perusem, que, por resistir a los
sofismas del pecado, se colocaron en línea para volverse futuros Mensajeros
Poderosos, semejantes a mi propia orden. Todo ser que pudo resistir ese
episodio malvado inmediatamente avanzó su estado administrativo y elevó su
valor espiritual hacia destinos más justos y mejores.